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León

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Crítica de televisión josé maría cillero

L os olvidados, la sobrecogedora entrega que Salvados dedicó a la tragedia del Metro de Valencia en 2006, apenas cinco días antes de la visita de Benedicto XVI, deja reflexiones importantes, que van desde el nivel de calidad de la política que se hace -que también se soporta y se apoya en las urnas- en España, hasta al decisivo papel que aún juega la televisión generalista para dar a conocer escándalos que de otro modo lo tendrían difícil para llegar a la opinión pública, pese a los cantos de sirena que dan por muertos a los medios tradicionales.

El programa sigue los pasos que meses atrás emprendió 0 responsables, plataforma ciudadana cuyo objetivo es que nadie olvide aquel accidente, que se saldó con 43 muertos y 46 heridos, y que se investiguen las causas y las responsabilidades del mismo. El espacio de La Sexta logró en 58 minutos más visibilidad que la obtenida en años por la asociación de familiares de las víctimas y 0 responsables. Salvados aportó su estilo de hacer periodismo televisivo. Aquí hay que elogiar la sobriedad en la puesta en escena, sin efectismos, y la perseverancia de su conductor ante un político como Juan Cotino, ejemplo de anacronismo intolerable en tiempos de indignación ciudadana.

Y este punto enlaza con otra reflexión, la del aumento de la conciencia crítica de una sociedad a la que el cóctel crisis-corrupción ha despertado bruscamente de su sueño, casi letargo, del bienestar y que ya no está dispuesta a tragarse escándalos como el del Yak-42 hace diez años o el del Metro de Valencia hace siete, como demostró hace unos meses la reacción a la tragedia del Madrid Arena.

Por mucho que quienes han de dar respuestas sigan jugando a las cortinas de humo en medios bajo su control, como entonces ocurrió en Canal Nou, que la noche de la tragedia del suburbano ignoró a los muertos y abrió su informativo con la previa de la visita del Papa.

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