«Quieren hacernos creer que el 80% del país es corrupción y el resto, fútbol»

Padre peruano, madre criada en Guinea, él barcelonés pero de infancia carabanchelera, viajes interminables por Latinoamérica, Israel, Rusia, Estados Unidos... y un estilo musical inconfundible, un maestro en la creación de atmósferas y de canciones auténticas, plenas de pálpito, de sentimiento. Es Jairo Zavala, más conocido como Depedro, y hoy presenta en el Gran Café de León un disco que declara intenciones y subraya realidades, La increíble historia de un hombre bueno .

—Un hombre ya mayor me preguntó una vez, casi suplicando: ¿No quedará un hombre bueno, uno solo? ¿Habrán muerto todos? Pues eso...

—Es que este disco hace referencia a eso precisamente, a que la mayoría de la gente es buena, lo que pasa es que no nos lo dejan ver. Todavía hay sentimiento de comunidad, la gente se ayuda muchísimo entre sí, al vecino, al compañero de trabajo, es algo que yo veo todos los días.

—Sin embargo, nos bombardean constantemente con noticias negativas.

—El otro día, viendo el telediario, me di cuenta de que quieren que pensemos que la realidad de este país es eso: 80% corrupción y el resto, fútbol. Y no. La realidad es infinitamente más amplia y tiene muchas caras. Mira, los indios tojolabales del sur de México y norte de Guatemala repiten mucho lo de que «el poder corrompe», y por eso eligen a sus representantes sólo por un año. Pero bueno, eso ya es otra historia...

—¿Cómo le sienta este traje recién estrenado, esta nueva aventura discográfica?

—Muy bien, porque ya es el tercer disco y hay un enganche emocional con el público. La cosa está calando y se nota. La gente nos devora con la mirada.

—Siempre se destaca de su grupo las atmósferas, tan especiales, que sabe crear. ¿Es algo premeditado? ¿Se percibe desde el escenario?

—Sí, y claro que la noto, de hecho soy el primero en percibirla. Y cuando no es así, siento que no está siendo válido ese concierto. Para mí es muy importante el feedback con el público, notar y saber que les está pasando cosas con mis canciones. Ocurre sobre todo en España, quizá porque aquí somos muy dramáticos: la gente luego me cuenta las cosas curiosas que les sucede después de escucharme.

—¿Cosas como cuáles?

—Pues que se han casado, que se han pedido en matrimonio, por ejemplo.

—En este disco toca con músicos de todos los continentes, gente a la que admira mucho, como Tony Allen, Joey Burns y John Convertino, Nick Urata, Bernard Fanning. ¿Señal de que no hay nada imposible?

—Así es. Sobre todo para la gente de nuestro país, tan llena de talento y de empuje, de ganas de hacer cosas. Si yo he cumplido ese sueño, ¿por qué no otros? Hace falta voluntad, trabajo y suerte, y saber que el camino, el proceso, es lo importante, eso es la vida. Conozco gente que no ha pasado ese proceso, que llega al éxito de un día para otro, y que no pueden entender lo que les ha pasado, en realidad son incapaces de asimilarlo.

—¿Qué diferencia hay entre un concierto en una sala más íntima, como la de hoy, y actuar en un gran festival?

—En la sala pequeña es a un tiempo más fácil y más difícil. No hay tiempo para maquillajes, la emoción está ahí o no está, se crea o no se crea, y a mí me encanta sentir ese riesgo, ese vértigo. En un recinto grande la energía es más general, aunque también muy emocionante... Aunque creo que en el fondo todo es lo mismo, algo que te toca y que no sabes por qué, entiendas o no de música, conozcas o no la letra... eso es lo grande de este lenguaje.

Lugar: Gran Café (calle Cervantes, 9).

Hora : 22.30 (primero, concierto de Pez Mago).

Entradas: anticipada 15 euros (Elektra, La Mona, Gran Café, ticketea.com), 18 en taquilla.