Diario de León
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Crítica de televisión rosa belmonte

En abril de 2012, Sálvame anunciaba el estreno de Sálvese quien pueda como si fuera a llegar el apocalipsis. Entonces escribí que Aida Nizar es como aquellos zorros con las colas ardiendo que soltaban en el coliseo. Contaba Marcial que en la venation o caza de fieras, estando la arena llena de cabras montesas, chacales, leopardos, hienas y animales domésticos de relleno, los zorros se lanzaban como flechas causando terror por donde pasaban. Aida me mandó una carta y, entre otras cosas, me dijo que su nombre no lleva tildes. Tendría que tomar ejemplo de Warhol: no conviene prestar atención a lo que escriban de ti, lo que tienes que hacer es pesarlo. Tengo que reconocer que durante este año cualquier expectativa sobre su sección ha sido superada. No ha defraudado. Ella, tampoco. Cuando se sometió al polígrafo de Sálvame Deluxe le preguntaron: «¿Se considera mejor comunicadora que Mercedes Milá?». Dijo que no. «Miente», determinó Conchita la poligrafista.

Es verdad que lo que para Aída es periodismo de investigación para muchos era una sección humorística. Y una cosa digna de ver. Cada semana te preguntabas si le habrían partido la cara. En el fondo, los tímidos envidiamos su desparpajo suicida y su falta de pudor. Un día la agredieron unos gorrillas. En uno de los reportajes tuvo un encontronazo con policías de la comisaría de Elche. Otra vez fue a El Robledo (Ciudad Real), donde los vecinos se quejaban de los gitanos que se bañaban en el río. Acabó siendo agredida. Hace poco la lió con los restaurantes chinos y la semana pasada volvió con una tirita en la nariz de Churra.

Aida ha estado columpiándose, como los elefantes, en la tela de araña. Y no se rompía. Mediaset, Telecinco y La fábrica de la tele no rompían la tela, aunque ella incitara a romper la tele. Hasta el incidente verbal del jueves con el embajador de México. Su comportamiento fue el de siempre.

Sálvame y La fábrica de la tele se han disculpado con el diplomático. Ha tenido que tocar las narices a un embajador para que la echen. Pero lleva un año haciendo lo mismo.

tracking