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manuel carretero | madrid
León

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Elías Querejeta entró en el cine desde su primera y gran pasión, el fútbol, y después cambió la cinematografía española salvando la censura, para abordar siempre los temas que le preocupaban, de los derechos humanos al terrorismo, de los que también habló en numerosas ocasiones frente a la cámara. Con el documental Asesinato en febrero, Querejeta trasladó al celuloide el grito que lanzó cuando escuchó la noticia del asesinato, a manos de ETA, del político Fernando Buesa y su escolta, en febrero de 2000.

Quiso «dar noticia de la intolerancia», dijo entonces, con un guión dirigido por Eterio Ortega, con quien completaría en 2011 la trilogía dedicada al País Vasco en Al final del túnel. Bakerantza y Perseguidos (2004).

Querejeta acercaba la cámara a los familiares de las víctimas para ilustrar «todo lo implacable que se contiene en un acto de este tipo»; ese acercamiento a la primera persona fue una preocupación en su trabajo, aunque consideraba «excesivo» que se le etiquetase como representante del cine social.

Sí se confesaba «preocupado siempre por la realidad y por lo que entraña de problemática social», aunque procuraba trasladarlo al celuloide de forma que la «tremenda realidad» que ofrecen las noticias se transformase en «sentimientos», que es lo que pide el espectador cuando se acerca a una sala de cine, según explicó.

Uno de sus últimos trabajos y su estreno como director fue el documental Cerca de tus ojos (2009), en el que la visión de una periodista sobre la situación del mundo le sirvió para denunciar «los incumplimientos reiterados de los derechos humanos». También barajó en los últimos años una película sobre Patrice Lubumba, primer presidente de la República Democrática del Congo.