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Ángel Fierro: «Los tiempos de miseria nos acosan con cada edicto»

El poeta leonés publica ‘El andamiaje de los sueños’, ilustrado por Esperanza D’Ors.

El poeta leonés Ángel Fierro, que publica ‘El andamiaje de los sueños’.

León

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Ángel Fierro del Valle, que pese a lo que diga su apellido es de Cármenes, presenta el día 20 en Sierra Pambley su nuevo poemario El andamiaje de los sueños, un cuaderno compartido con la artista Esperanza D’Ors, en el que se interna en las cuestiones vitales del ser humano.

—¿Cómo ha sido este ‘matrimonio’ poético con Esperanza D‘Ors?

—Conocí a la escultora con ocasión de su visita a León, para inaugurar el grupo escultórico de Los cuatro elementos, en la Lastra. Para ese grupo escribí unas palabras, que Esperanza quiso se grabaran en bronce. Cuando conocí mejor su extraordinaria obra escultórica concebí la idea de un poemario, o cuaderno compartido, en que utilizar sus mitos más universales como apoyatura de mi ideario poético. Trabajamos así, codo con codo, durante un par de años. Esperanza decidió dibujar mis poemas y su hermano Mauricio diseñó su envoltura.

—¿Su aldea es su mundo?

—Creo que sí. Después de fatigar los caminos y viajar por el mundo, a causa de mi trabajo, supe que era el momento de regresar. En realidad, gasté mi vida en el trabajo de volver. De todo lo que vi nada me enriqueció como las raíces, donde siempre tuve por cierto que se encontraba el jardín de las Hespérides. Además me di cuenta, al regresar, de que por fin alcanzaba mi primera noche tranquila.

—¿No le ha tentado volver a publicar ‘Claraboya’?

— Claraboya es una apuesta ya pasada, que dejó poso y abrió caminos. Pero resulta realmente irrecuperable, porque los fundadores de la revista, que aún están en el oficio de las letras (con excepción del malogrado Agustín Delgado), la concibieron como lugar de aprendizaje. Este año se celebra el 50 aniversario de su aparición y están previstos una serie de actos conmemorativos, a los que nos gustaría se sumaran todos los amigos de Claraboya, que son legión.

—¿Cómo es el andamiaje de los sueños?

—Tiene una estructura circular, porque abarca nuestros más hondos problemas existenciales, a través de los mitos. Sísifo, Prometeo, Ulises y Penélope, Ícaro o Narciso, la caja de Pandora o nuestra madre Eva. Y no quiero olvidarme de la flauta de Orfeo, que trajo la música y mejoró el silencio. El andamiaje de los sueños es como una escalera que nos redime de la horizontal.

—Un hombre atento a la cultura como usted, ¿qué opina de lo que está pasando en el Musac?

—Pondría en duda la oportunidad de un museo para el arte moderno. Por lo que he visto allí, han pasado más ocurrencias que arte. La responsabilidad de este bochorno actual, con sus dimisiones y contrarréplicas, la achaco por igual a los políticos y los expertos.

—¿Cuál es su lucha?

—Mejorar cada día. No veo meta más importante.

—¿La poesía qué tiene que decir en estos momentos de ‘pertinaz crisis’?

—La poesía tiene que decirlo todo. O quizás sugerirlo, ofrecer claves para la reflexión y el comportamiento. Hay un poema en este Cuaderno que dice «para aprender a ver hace falta más poesía y menos discursos, pues lo maravilloso fluye incesante bajo los párpados del mundo». La crisis está, sobre todo, en la actitud de quienes piensan que el Estado del bienestar es un derecho obligatorio, que se consigue con tan solo alargar la mano.

—¿Siempre nos quedarán los clásicos?

—Sin duda alguna. Tras merodear por la modernidad, siempre regreso a los clásicos.

—¿Qué hay fuera del paraíso?

—La cerrazón, la nada. El paraíso son nuestros amores y nuestros sueños. Sin ellos la vida no merecería vivirse. «Quizás el paraíso eran tus ojos».

—Citando a Leopoldo Panero, «¿para qué ser poeta en tiempos de miseria?»

—Lo consideraría una pregunta retórica contra la falta de sensibilidad y el sentido mercantilista de la vida actual. Parece que sólo los poetas leen a otros poetas; resulta un hecho lamentable. Se trata de una asignatura pendiente, como el conocimiento de la música o del arte, que los obtusos funcionarios de cada partido en el poder se empeñan en arrinconar, tras modificar los planes de estudio elaborados por sus antecesores. Los tiempos de miseria nos acosan con cada edicto: puede que acaben fijando el IVA cultural en el 100 %.

—«Los senadores sancionaron con el anzuelo de la mentira...».

—Puesto que alguien ha dicho que mi poesía era ante todo intimista, en este poema dedicado a la mano izquierda, les llevo la contraria: Hago un alegato a favor de la ética, es decir, en contra de casi todo lo establecido en este país nuestro que se desangra.

—«Largo es el crepúsculo para quienes vivimos de espaldas»...

—Un pensamiento existencial; pero unido al verso de Yeats: «Somos la generación de los que van muriendo». La conciencia de haber acampado extra muros de los acontecimientos del mundo no es, de ningún modo, inquietante. Tengo bastante con cuanto viví. Mi esperanza es que un largo crepúsculo me acompañe, para ver cómo crecen las personas que amo.

—¿Se considera un trabajador de la poesía?

—Más que trabajo, la poesía es una fuerza que te posee. No soy un profesional de la poesía. Escribo sólo cuando siento la necesidad de decir.

—¿No hay sitio para los humildes?

—Para los humildes casi no queda espacio. Es mucho más ancho el territorio de la pedantería. El egocentrismo ya lo llevó Narciso a su culminación. Déjame que termine con este verso: «No permitas que muera el fuego».