El PSOE reclama el ascensor que abrirá un kilómetro de la muralla
La Casona de Puerta Castillo tiene el único acceso a la ‘ruta’ por el adarve hasta la Catedral.
Todo depende de un ascensor. Un kilómetro de la muralla será accesible al público si se habilita el elevador de la Casona de Puerta Castillo, un edificio en obras durante los últimos cinco años y que estará acabado, tal como anunció el alcalde, a finales de agosto.
El PSOE considera viable esta ‘ruta’ por el adarve desde Puerta Castillo a la Catedral. «Sólo se requiere negociar con los propietarios de los edificios aledaños a la fortificación» -como las clarisas o las carmelitas-, asegura la concejala Evelia Fernández, quien denuncia la desidia del equipo de Gobierno del Ayuntamiento de León con el monumento más olvidado de la ciudad.
La muralla tardorromana, que en la etapa del anterior alcalde recibió dos millones de euros del Ministerio de Cultura, lleva un año ‘parada’. Belén Martín Granizo, concejala de Urbanismo, asegura que se han presentado proyectos al departamento que preside José Ignacio Wert y que están a la espera de financiación. Sin embargo, Granizo no quiere aclarar cuáles son los proyectos y qué tramos de la fortificación tienen prioridad.
Sólo cuando se desploma o hay desprendimientos de piedras las instituciones caen en la cuenta de que la muralla de León existe. Lo cierto es que la fortificación, en estado de ‘ruina consolidada’ –como la califican los expertos-, lleva un año sin presupuestos para continuar su rehabilitación integral. Declarada Monumento Nacional en 1931, las últimas obras que se efectuaron en ella fueron en los denominados cubo E5 y cubo E6, a la altura del número 19 de la avenida de los Cubos. Con anterioridad fue rehabilitado el tramo de Ruiz de Salazar, tras desplomarse en el 2008 y que, una vez reparado, permitió la apertura del primer tramo paseable del adarve, de unos cien metros. Esta intervención, que incluyó la reconstrucción de uno de los cubos del lienzo, cuya recuperación inició el arquitecto Luis Menéndez Pidal a mediados del siglo XX, costó 500.000 euros.
Pese al abandono secular que sufre la muralla, encierra los secretos del Imperio Romano. La restauración de un lienzo en la calle de los Cubos permitió extraer hace tres años decenas de lápidas funerarias que se reutilizaron para reforzar la muralla a finales del siglo III y que procederían de una necrópolis que nunca ha sido localizada. Las lápidas aportan datos fundamentales para conocer la historia de los fundadores de la ciudad. Pero en la muralla se reciclaron otros materiales como frisos, columnas, basas, fustes o sillares o ladrillos que aportan pistas vitales para averiguar cómo eran algunos de los edificios nobles del campamento.