Paisajes para después de un incendio
Sendo inaugura en el 20 aniversario de Cuca la Vaina ‘Óleos y palabras para el bosque’, 24 obras sobre el fuego que arrasó el Teleno, con textos de Gamoneda, Colinas, Llamazares, Mestre, Manuel Rivas y Gutiérrez Aragón.
Su casa era un ‘balcón’ con vistas a las llamaradas. Una ventana desde la que aspiró el olor de la devastación. Al pintor maragato Sendo le dejó profundamente impactado el incendio que hace ahora casi un año arrasó más de 11.000 hectáreas del Teleno y Castrocontrigo.
Luego visitó los parajes de la desolación. Un año después y con un trasplante de hígado de por medio, Sendo muestra ahora las imágenes del Teleno que le estremecieron. «La cosecha del fuego. La naturaleza calcinada. La mutación del robledal por la espátula del fuego. El bosque fosilizado...», describe.
De sus continuos paseos por el paisaje de las cenizas surgió Óleos y palabras para el bosque, una colección de 24 óleos que inaugura el viernes en Cuca la Vaina, coincidiendo con los 20 años de esta hospedería de Castrillo de los Polvazares.
Los lienzos, algunos de más de dos metros, están acompañados por textos de catorce autores: Antonio Gamoneda —cuyo poema acompaña esta información—, Juan Carlos Mestre, Antonio Colinas, Manuel Rivas, Julio Llamazares, Joaquín Araujo, Margarita Merino, Ester Bajo, Ángel Santiago Ramos, Josep Albanell, Juan Kruz y Manuel Rivas. Los tres últimos aportan sus textos en su idioma materno, el catalán, el vasco y el gallego, respectivamente. También hay un texto del ex alcalde Juan José Alonso Perandones y del cineasta Manuel Gutiérrez Aragón, autor de El corazón del bosque.
Algunos escritores tenían textos que encajaban con la desolación de la Valdería, aunque la mayoría quisieron escribir expresamente para la exposición, como El árbol del hablante, el poema Mestre.
La maldición del fuego
A Sendo el fuego le persigue. Ha pintado con él, para recrear sus series sobre la matanza, prendió fuego en una adelantada performance a un cuadro de 80 metros cuadrados y le quemaron su gigantesca escultura del peregrino en Astorga.
Los cuadros de Sendo pretenden también ser «un grito», una llamada de atención sobre la naturaleza. Curiosamente, no hay monotonía en los parajes calcinados. Estos retratos de la ruina obligaron a Sendo a sumergirse en un estudio del negro, en la paleta de grises y en una gama de colores que son «el resultado de la combustión». En los lienzos ha empleado arenas, cenizas, ascuas y materiales carbonizados que el artista recogió del bosque. «Quería meter el alma del bosque en los cuadros», asegura.
Las 24 obras de Sendo, que podrán visitarse hasta el mes de noviembre, son el relato de una tragedia y el impacto que los estragos del fuego provocaron en el artista, que recuerda cómo un día de lluvia había «ríos de agua negra».
Tanto quiso empaparse del ‘apocalipsis’ de estos montes que los visitó a distintas horas para «ver las luces de la luna y el sol» y su impacto sobre un manto de negrura.
Sendo explica que las obras que integran Óleos y palabras para el bosque están dentro la trilogía que comenzó en los años 70: primero fue el movimiento; luego, la descomposición; y ahora la erosión.