Jiménez Fortes, merecida oreja en el ‘pobre de mí’

Grandes, voluminosos, con mucha alzada y de largos y amplios esqueletos, aunque no siempre bien rematados de carnes. Así fueron físicamente los seis toros de la ganadería de Miura lidiados en la última corrida de los Sanfermines. Pero dentro de tan grandes continentes hubo muy poco contenido. Jiménez Fortes, el más joven de la terna, mató en Pamplona su primera corrida de esta ganadería en una arriesgada apuesta de la que salió triunfador, aunque no con la rotundidad que mereció su entrega. La demostró ya desde que se fue a recibir a portagayola al primero de su lote. Salió limpiamente de la suerte pero cayó al suelo al continuar capoteando, momento en el que el de Miura hizo por él en el suelo para campanearlo violentamente. Se levantó conmocionado, pero no herido, el torero de Málaga y volvió a la cara del toro para darle otra larga cambiada de rodillas y, desde ese mismo momento, hacer todo un derroche de entrega y voluntad. Cortó así el joven malagueño una de las orejas de más peso de la feria. Por su parte, Rafaelillo y Javier Castaño, veteranos de otras batallas ‘miureñas’ más duras, se repartieron cuatro toros de muy escasas y cortas embestidas, que o se defendieron o se aplomaron por la nulidad de su raza o de sus fuerzas. Por cierto que el leonés fue atendido en la enfermería de un corte en la mejilla izquierda producido por su propia espada, rebotada tras un pinchazo.