Diario de León

'Pasapalabra' entrega el mayor bote de su historia

Un operador de grúa en paro se llevó 1.674.000 euros después de pasarse los últimos cuatro años leyendo diccionarios y enciclopedias .

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León

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Opinión | boquerini

No, no me refiero a esos reporteros de primera división que se recorren el mundo y se juegan la vida metiéndose en todos los ‘fregaos’ que existen; los reporteros a los que se refiere esta columna son los de quinta regional, jóvenes inexpertos que son enviados por las cadenas a hacer calle. En otros veranos estaban en Marbella o en Mallorca, siguiendo a la jet en su holganza veraniega, intentando preguntarles sobre lo bien que se lo pasan en las discotecas de moda, en los puertos deportivos o en las fiestas de las mansiones más lujosas. Ya no. En parte porque, con tanta gente pasándolo mal, es casi un insulto mostrar a gente disfrutando de una vida maravillosa para envidia de los demás. Y en parte porque la jet se esconde y ya no presumen de su buena vida.

Las cadenas han cambiado el objetivo y ahora envían a estos reporteros recién llegados al periodismo televisivo a lugares más realistas: a la puerta de los juzgados, al exterior de la cárcel de Soto del Real, al domicilio de los chorizos, defraudadores o imputados. El objetivo es el mismo, intentar conseguir declaraciones de tantos imputados o, en su defecto, de sus abogados. Es una sufrida actividad, siempre frustrante, que consiste en correr junto al chorizo (presunto, por supuesto) o su abogado, formulando preguntas que de tópicas ya se sabe que no van a tener respuesta: ‘Señor fulano, ¿qué tiene que decir a la acusación del juez mengano? O, Señor perengano, ¿su defendido es culpable de lo que esta mañana ha publicado la prensa?

Todas estas preguntas, a la carrera, mientras el personaje en cuestión, a paso ligero y con cara de póquer, intenta zafarse de la nube de cámaras y micrófonos que le atosigan y persiguen en el escaso trecho de calle que hay desde que se baja del coche hasta que entra en su casa o en un juzgado. Si en años anteriores este tipo de reporteros en busca de méritos para cambiar la calle por los platós, al menos estaban en los sitios de moda disfrutando de las noches de lujo y fiestas, ahora se van a pasar el verano en el erial de la entrada de Soto del Real, en espera de ver si entra o sale un nuevo chorizo (siempre presunto, claro está) o de un juzgado a ver si, entre tanto trasiego de delincuentes de tres a cuarto, se puede pillar a la joya de la corona.

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