Diario de León

Las ‘Alcurdanzas’ de la señora Costa, fijadas en un libro

El Club Xeitu edita los recuerdos, en el habla tradicional, de esta conocida vecina.

Constancia Álvarez Riesco, entre su tía Democracia y su madre Órbita.

Constancia Álvarez Riesco, entre su tía Democracia y su madre Órbita.

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e. gancedo | león
León

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«Atención: va a falabus una tsacianiega de pura cepa, ya reniegu de lus demonius, ya qui nus cheve’l diañu. Agora nun hay más qui miseria, España está tsavada, sin nada qui cumer. ¡Antias cosechábase de todu!». Con este contundente preámbulo arranca Alcurdanzas de Costa , el nuevo libro editado por Xeitu dentro de su muy amplia labor de rescate y difusión de la variante del leonés propia de la Montaña Occidental.

La obra, en concreto, recoge las vivencias y recuerdos (‘alcurdanzas’) de una vecina muy conocida en Villablino y Laciana, gran falante de patsuezu, cuya voz había quedado conservada en varias cintas de casette. A partir de esas grabaciones y del conocimiento que tuvo de su persona, Eduardo Carbajo, buen conocedor de la lengua y la cultura de esta zona, ha transcrito su voz, ordenado el contenido por capítulos y redactado este librín, que fue editado por Xeitu con ocasión del sexto Recital de Patsuezu, celebrado en La Casona de San Miguel de Laciana el pasado 3 de agosto.

Al final de la obra se consigna que Constancia Álvarez Riesco, conocida por todos como Costa, nació en Villablino el 7 de septiembre de 1907 en el seno de una de las familias más conocidas del valle. Mayor de dos hermanos, fueron sus padres Benigno Álvarez, omañés de Senra, dedicado a la labranza, y Órbita Riesco, esta última hija del Droguero, José Riesco Garrido, célebre personaje que compatibilizó sus afanes entre perfumes, ungüentos y potingues en su comercio de Villablino con un laicismo inquebrantable y su participación en la política local como republicano. Costa fue así testigo privilegiada del devenir de Laciana durante el siglo XX. Se casó tardíamente con Ismael Cabezas Marín, minero del valle de Sabero que, tras sufrir represión al término de la guerra civil por su participación en el frente republicano, terminó asentándose en Laciana. Mantuvo un estrecho vínculo con buena parte de sus vecinos, conservando la esencia de las relaciones comunales de cuando los pueblos eran pueblos, hasta su fallecimiento en el año 1990.

Custante Quixu , El primer tren, venga a chorar , Antón el de Quinto , La cuachada de Salustio , Ramón el de Cabrios , Los calechos de La Fábrica , Entrada de las tropas en Villablino , Las fabas na Ilesia , El tíu las Peras , La Tsoutería , La tía Carmen y Agora... o agora son los capítulos de este librito que además incluye varias fotografías antiguas de Costa con su familia —por ejemplo, con su madre Órbita y con su tía de también singular nombre, Democracia—.

Lo que no falta en el libro es el humor, esa ironía pésica inconfundible. Ejemplo: ¿Veis aquetsa xente qui vive aitsí abaxu, frente la ilesia, qui son de la familia de lus de Prada, qui tienen un chalet muitu guapu? Son una xente de lu michor, ya resulta qui dióutses pur puner n’aquel xardín tan guapu, un cereizacu qui daba pena miralu, nun daba cereizas nin daba nada. Cumu un día foi a esfucicar Constancia ya díxutses: ‘Quitái ese cereizu de ahí, qui nun da nada quiridus, you nun sei qui queredes ese cereizacu ahí’, saltóu Julia:

–¡Ay mucher! Este anu muitas cereizas…

Ya salta Nina d’estampida:

—¡Lu menus ochu!

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