Diario de León

Monasterios con sello femenino

Muchas aristócratas del Reino de León quisieron dejar huella y perpetuarse en la historia con la construcción de templos, otros los edificaban para acabar allí sus días .

Imagen de archivo de la historiadora leonesa Gregoria Cavero.

Imagen de archivo de la historiadora leonesa Gregoria Cavero.

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PELAYO LOBO CONTY | LEÓN
León

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Diseñados para perpetuar la historia familiar en el tiempo y creados para no caer en el olvido. Con estos propósitos se edificaron algunos de los monasterios más importantes de la Baja Edad Media en el Reino de León. Durante los siglos XI y XII —aproximadamente hacia 1230— la fundación monástica del medievo se correspondía normalmente a miembros de las familias reinantes o a personas relacionadas con la nobleza y la aristocracia, afirma Gregoria Cavero, catedrática de Historia en la Universidad de León.

«Estos edificios religiosos en algunos casos son construcciones familiares y en otros son obras pertenecientes a las órdenes de Cluny o Cister, aunque también se puede hablar de Fontevrault y de algunas otras órdenes canónicas. Pero, mayoritariamente, estamos hablando de fundaciones monásticas dentro del Reino de León que responden a los primeros criterios», asegura Cavero.

La historiadora, que ha sido ponente en el Seminario de Historia del Monacato, que se clausuró ayer en Palencia, relata que los conventos familiares tuvieron gran vigencia, en su mayor parte, hasta finales del siglo XI o la primera parte del XII y evolucionaron más tardíamente hacia monasterios reconvertidos hacia experiencias renovadoras de base benedictina. También, Cavero recuerda el vínculo importante que se establecía entre la realeza y estos templos, puesto que, por lo general, el hecho de encontrarlos significa un avance del propio reino, puesto que reyes como Alfonso VII hacían donaciones a sus caballeros como pago por la Reconquista.

En muchos casos se trata de construcciones encargadas por importantes matrimonios, como el de Estefanía Ramírez y el conde Ponce de Minerva que fundaron el monasterio de Sandoval. Otro caso sería el Sancha Ponce, viuda de Vela Gutiérrez, que funda el monasterio de San Esteban de Nogales. También hay casos en los que las damas de la aristocracia para sus hijas, caso del de Carrizo, encargado por Estefanía Rodríguez para su hija María Ponce. Las personas con un status económico alto podían permitirse la fundación de un monasterio, construcción que se planteaban tanto desde el punto de vista patrimonial, como desde el cultural.

Gregoria Cavero relata que «estos monasterios, sobre todo los femeninos, estaban llamados en muchos casos a ser lugares donde terminaban sus días una parte de las féminas de linaje», como sería el caso de Teresa Petri (Pérez), que, tras enviudar, levanta el monasterio de Santa María la Real de Gradefes, en el que se hace monja y abadesa consagrada y lidera el hasta su muerte. Petri sostiene que en otros casos, las propias fundadoras insistían en convertir el templo en lugares para la eternidad y la memoria histórica, por lo que plantean allí sus enterramientos, hacen labrar las armas de su linaje, y se considera que, convenientemente, miran por la difusión y por la permanencia del linaje ligado a sus propias fundaciones.

Cavero subraya que los motivos religiosos y la memoria de linaje son unos de los motivos que más impulsaban a las mujeres de la época a dedicarse a la vida monacal, puesto que el propio monasterio se constituye como una continuidad de la memoria de las familias aristócratas. En el caso de Sancha Ponce, la capilla de San Benito se convierte en el lugar de enterramiento de los Ponce de Cabrera.

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