Diario de León

Detroit sopesa vender su museo para aliviar la deuda que soporta

Entre los tesoros, Velázquez, Van Gogh, Miguel Ángel, Caravaggio y Rembrandt.

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antonio paniagua | madrid
León

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Cuando una ciudad se declara en bancarrota, cualquier opción puede parecer buena para saldar la deuda. Detroit, que llegó a ser la tercera urbe del imperio americano, debe hoy 18.500 millones de dólares (13.900 millones de euros) y las autoridades sopesan la idea de vender su rico patrimonio cultural para salir de la ruina. El Instituto de las Artes de Detroit (DIA, por sus siglas en inglés) posee piezas de arte de todas las épocas y estilos, desde la prehistoria hasta el siglo XXI, incluidas valiosísimas obras de Brueghel, Miguel Ángel, Caravaggio y Rembrandt.

El sueño de cualquier coleccionista de hacerse con el autorretrato de Van Gogh se puede hacer realidad si las autoridades deciden desprenderse de la pinacoteca, que figura entre las diez mejores de Estados Unidos. El administrador de emergencia de la ciudad, Kevyn Orr, ya ha dado el primer paso y ha pedido a la casa de subastas Christie’s que haga una tasación de las piezas. Ni siquiera Grecia, en manos de la ‘troika’ y con una política de ajuste asfixiante, se ha atrevido a apostar por esta solución de emergencia. Aunque fuentes del entorno de Orr han negado que los gestores de la ciudad estén pensando en «vender activos del DIA», los administradores vienen acariciando la hipótesis de vender al mejor postor obras que en una subastan alcanzarían precios estratosféricos. En su afán por conseguir liquidez, Orr quiere saber el valor de todos los bienes de la ciudad, y las obras de arte forma parten del lote para sanear las cuentas. Por de pronto, considerar a Brueghel el Viejo un ‘activo’ produce en algunos desasosiego.

Paraíso de grafiteros

Entre las piezas más codiciadas por los amantes del arte figuran Ángel de la Anunciación , de Fra Angelico; Retrato de un hombre, de Diego Velázquez; Retrato del cartero Joseph Roulin; un bodegón de Picasso y una escultura de Bernini. Pero a esta lista se puede añadir un sinfín de joyas de la pintura, obras de Henri Matisse, Gauguin, Rodin, Miró, Yves Tanguy, Henry Moore, Cézanne, Degas, Tintoretto o Rubens, además de una docena de murales de Diego Rivera. Lienzos que llenan galerías y que se nutrieron en buena medida de las donaciones que hicieron en su día magnates del automóvil como Ford, Firestone o Dodge. El DIA se llenó de cuadros sublimes, una imagen que contrasta con al abandono actual, que ha hecho de la ciudad el paraíso de grafiteros. Los detractores de la operación arguyen que el valor de las obras del DIA, que algunos cifran en 2.500 millones de dólares, solo sería un parche que no solucionaría la gravosa deuda de la Ciudad del Motor.

El DIA es uno de los mejores museos públicos de Estados Unidos. Los que invocan la racionalidad económica y argumentan que más dolorosos son los recortes en educación y sanidad pueden ver cómo esas mismas razones de eficiencia se vuelven en su contra. De acuerdo con la oenegé Art Serve de Michigan, el museo es el tercer mayor empleador de la ciudad y da trabajo a 12.300 personas. Por añadidura, las industrias culturales de Detroit aportan 640 millones de dólares de ingresos a año. Además, ¿qué se puede pensar de unos gobernantes que ponen en almoneda su patrimonio cultural? ¿Alguien entendería que España vendiese Las Meninas ?

En primera línea

El Instituto de Artes de Detroit compite por el valor de sus piezas con el Metropolitano, el Guggenheim o el MoMA de Nueva York, pero también con edificios que han caído en el olvido y están siendo comidos por el óxido. Estaciones de tren, colegios, teatros, bibliotecas e infraestructuras varias, exponente del esplendor de tiempos pretéritos, se caen a pedazos por culpa de la desidia.

Quienes abogan a ultranza por la liquidación del capital artístico no deben tomar ejemplo precisamente de la operación que ejecutó hace un mes la alcaldesa de Madrid, Ana Botella. El Ayuntamiento, deseoso de cuadrar las cuentas de Madridec, empresa municipal propietaria de las piezas, se deshizo de 26 cuadros de arte contemporáneo, entre los que figuraban obras de Manolo Millares, José Guerrero o Manuel Rivera.

El objetivo era conseguir un respiro ante una deuda que escalaba a los 350 millones de euros. Sin embargo, al final solo se consiguió obtener poco más de 300.000 euros.

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