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Miguel Costas músico

«Lo de Siniestro en León fue demasiado punk»

El ex Siniestro Total presentó ayer en Villafranca su reciente ‘Alguien tenía que hacerlo’ y sus canciones «inevitables». Y recuerda para Diario de León un muy crítico concierto en La Mandrágora capitalina.

Costas, ex miembro de los recordados Siniestro Total.

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León

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Miguel Costas maneja a la perfección la sorna gallega y las ideas claras. No da puntada sin hilo. Lleva en el negocio musical toda una vida y se las conoces todas: el bendito caos de los 80, la resistencia, el éxito pop, la diversificación como productor… Y ahí sigue, por ejemplo, atendiendo al Diario desde su estudio en Monforte, donde ahora vive: «Soy un vigués emigrante en Lugo». Pero su biografía no cabe ni en una entradilla, ni en un estribillo, aunque haya escrito y cantado varios de los más coreados. Lo suyo es algo así como punk cultural, y una larga lista de canciones en cuyos créditos figura su nombre: Bailaré sobre tu tumba , Asumpta o Soy una punk . O su voz en la mítica Miña terra galega . Fundó Siniestro Total, Aerolíneas Federales, Los Feliz, y ahora va por libre. De los primeros recuerda aquellos azarosos años en los que se jugaban el pellejo en el escenario, ante la excesiva respuesta de un público que respondía a la llamada punk que predicaban y que en León tuvo su punto álgido cuando el grupo quedó reducido a dos (Coppini ya había recibido su botellazo en Barcelona y no estaba), al recibir el propio Costas un botellazo o cenicerazo (nunca se sabrá) en un concierto un 4 de febrero de 1983 en la desaparecida Sala Mandrágora. Lejos de desagravios, se dio la circunstancia de que en un regreso a León en un verano en el Hispánico, el vuelo de objetos al escenario, cuando ya no venía a cuento, prosiguió. Eso sí, Los Deicidas, que también tocaban y se les hizo partícipes, respondieron, y su cantante, Felipe Zapico, se bajó del escenario para pedir, y dar, «explicaciones».

—Esas canciones «inevitables» que a la gente le encanta oír, ¿a ustedes les aburren?

—No, no es eso. Las tocamos encantados, pero ya no las ensayamos. De Aerolíneas Federales no tocamos nada, pero sí de Siniestro Total y de Los Feliz.

—Hablando de Siniestro Total, usted recibió aquel famoso botellazo o similar en La Mandrágora en un concierto. A Coppini le aclaró tanto las cosas que abandonó el grupo por aquellos sucesos, según ha dicho… ¿Lo recuerda?

—Claro que lo recuerdo. Coppini puede decir eso o lo contrario. Él se fue porque ya tenía claro que quería embarcarse de lleno en Golpes Bajos. Entonces, nosotros íbamos como muy de punks y se nos iba la mano con el público. Lo de Siniestro en León fue demasiado punk, diría que fue muy heavy. Eso sí, de todos los accidentados conciertos de Siniestro, ese de León está entre los primeros. Y el que se llevó el golpe fui yo.

—¿Qué público tienen ahora?

—Nuestro público es rockero. Digo rockero y no pop porque como ahora se le llama pop a Lady Gaga… pues nosotros seremos rockeros.

—¿Y siguen siendo igual de divertidos?

—Hay grupos nuevos que en lugar de estar tocando parece que están sufriendo. Hagas lo que hagas tienes que tener un punto divertido.

—¿Está difícil encontrar sitios para tocar o meter cabeza en los festivales?

—A mí no se me caen los anillos por tocar en un bar o en un festival. Hay grupos que no se bajan los cachés. Nosotros miramos las condiciones y posibilidades de los sitios. Los hay que hasta tienen un caché muy alto para lo que luego hacen. Y sí, los festivales son un trabajo de chinos. Porque si vas por libre es difícil meter cabeza. Hay festivales muy de izquierdas que no te contratan porque cantas en castellano. Otros, porque van de indies. Yo no necesito posicionarme. He colaborado con más de veinte bandas. Y hay medios que son los encargan de mantener esa separación. Luego, curiosamente, no me ponen con un proyecto pero sí con otro.

—Ha estado por Colombia y Perú. ¿Qué tal la experiencia?

—Tienen verdadera pasión por los 80, aunque yo no soy nada reivindicativo del pasado. Pero allí se saben toda mi vida. Me reciben como si fuera los Rolling Stones. Aquí, en cambio, cada vez te tratan peor. Aquí es más importante el dueño del bar que el músico.

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