LA FRAGUA LITERARIA LEONESA | TOMÁS ÁLVAREZ
«El periodismo me ha servido para abrir mi mente»
El periodista y narrador Tomás Álvarez, autor de Las delicias del Tuerto, tiene un trabajo ultimado sobre el Quijote.
Tomás Álvarez, cuyos paisajes de infancia son Villamejil y Magaz de Cepeda; con sus robledales, ríos… naturaleza, comenzó siendo muy joven en la agencia Efe, donde trabajó en España y en Argentina, país este último del que guarda magníficos recuerdos, y en el que llegó a conocer a escritores de la talla de Borges y Sábato, incluso a Sánchez Albornoz.
«Borges vivía fuera del tiempo y el espacio (un día, mientras comíamos, me dijo que la noche anterior había hablado con Virgilio); Sábato era un intelectual en simbiosis con un país sufriente… lo veía en las pinturas expresionistas que hacía en su casa; y Sánchez Albornoz fue un historiador al que en el final de su vida exiliaron a España… Todo es muy grande verlo de cerca. Como muy grande era ver la indigencia de un país derrotado en Las Malvinas; derrotado por la incompetencia de su propio ejército».
Mirada universal
Este todoterreno del periodismo, profesión que le ayudó a descubrir el mundo, con sus grandezas y cloacas, desempeñó labores como directivo en varios medios de comunicación hasta su retirada oficial en 2010.
«El periodismo me ha servido para abrir mi mente y percatarme de aquello que en realidad tenía valor». Su experiencia con la agencia Efe fue muy rica, porque le permitió gozar de la «compañía de estadistas, pintores, literatos y hasta delincuentes; conocer las inmundicias de la represión, enterarme de los temas de la macroeconomía y descubrir que toda nuestra civilización tiene unos pies de barro…», porque en el fondo Tomás, que tiene alma de poeta y viajero intrépido, está convencido de que resulta fácil encontrarse con la poesía, la belleza y la felicidad, «sólo hay que mirar alrededor de ti, tal vez sentado a la orilla del río», aclara él, que ha tenido la suerte de conocer los lugares más diversos, desde los suburbios de Bombay a las tierras desoladas de la Patagonia; desde las tumbas de Petra a los templos de Tenochtitlán… «por eso tengo una raíz local con una mirada universal», y por ese mismo motivo vivir y conocer otros mundos, según el autor de El Camino de Santiago para paganos y escépticos (una visión libre, refrescante y distinta del Camino), nos permite contrastar nuestra visión (tradicionalmente etnocéntrica) y nos libera de cadenas (ignorancias y nacionalismos).
En estos momentos, Tomás Álvarez se dedica sobre todo a la creación literaria y a la promoción de su tierra, La Cepeda, a través del portal guiarte.com, del cual es fundador, aunque lo que inició como una plataforma digital para dar a conocer su patria chica se ha convertido en uno de los grandes portales sobre arte, naturaleza y «uno de los mejores en el mundo de habla hispana», matiza el autor de Las delicias del Tuerto, al que le entusiasma escribir fundamentalmente sobre «ciudades medianas como Salzburgo o León, donde la masa no oprime al arte ni a la historia», aunque también ha escrito acerca de metrópolis como Buenos Aires o París, porque a Tomás le encantan los relatos de viajes, ya que en los viajes –dice él– te encuentras también con el hombre y la historia.
«Un asturiano cualquiera ve en el hórreo a la tierrina… yo veo al espacio verdeante de España, pero veo también al palafito prehistórico y los graneros similares de Polonia o Japón…».
Compromiso social
Tomás Álvarez, que se considera alguien muy comprometido con la sociedad de su tiempo, no sólo como creador sino como persona, cree que el compromiso va desde algo en apariencia tan sencillo como escribir sobre la historia de La Cepeda u organizar encuentros y exposiciones sobre la propia tierra.
«Muchos tienen preocupaciones por la India o África, y se olvidan de que en España hay fronteras de abandono… hay que empezar a preocuparse por la realidad inmediata. Sin olvidarte por ello de los temas universales, de la cultura, de la justicia y la libertad…». En este sentido, el autor de El canto del alcaraván, consciente de que vivimos en una sociedad de autómatas consumidores –como los mundos distópicos que idearan Orwell y Huxley–, una sociedad controlada por una exigua minoría, que no busca libertad ni justicia sino beneficio a cualquier coste, aboga por un mundo más justo y libre, en sintonía con la naturaleza.
«Somos herederos de un mundo y una sociedad triturada», puntualiza Tomás con cierto pesimismo cuando se refiere a la provincia leonesa, «nuestra tierra yerma», que en su momento (también ahora) tuvo que emigrar. Tal vez por esto, nuestra provincia ha dado tantos y tan buenos periodistas, narradores y poetas.
«Es un grito contra la decadencia y la opresión –aclara–. León grita desde sus entrañas, lo mismo que la España de la Edad de Oro (o la del 98) gritó a través de la pluma de sus escritores».
Ahora, Tomás tiene un trabajo ultimado sobre el Quijote, en el que analiza la gastronomía, «un aspecto divertido y revelador», y está revisando una novela histórica… «pero sin prisas».