José María Merino escritor
«En literatura, por muy bueno que sea el ‘qué’, la fortaleza te la da el ‘cómo’»
‘La trama oculta’ es el nuevo libro en el que se ha embarcado el leonés Merino, uno de los autores más prolíficos del panorama nacional. En esta ocasión regresa al género breve con una obra cuyo título provisional alude, tal y como adelanta, «a lo que hay de no visible en el propio fluir de la realidad, esas relaciones oscuras, secretas, que hay por debajo de las apariencias...».
Existen autores para quienes el propio acto de escribir es más un suplicio que otra cosa, una especie de trámite incómodo y fatigoso, y que, más que de escribir, gozan de ‘haber escrito’. No es el caso de José María Merino, quien encara cada proyecto con enorme ilusión y disfrutando, ante todo, del hecho mismo de la escritura, de esa labor callada y misteriosa que nunca parece estar completa («las palabras son muy escurridizas...», observa). En estos momentos pone en orden la que será su próxima obra, La trama oculta , un volumen de cuentos en el que al menos uno de ellos va de asesinatos y que mezcla relatos fantásticos con otros de corte más realista.
—¿De un libro a otro? ¿No hay paradas ni descansos en el proceso ‘productivo’ de José María Merino?
—Bueno, a mí me encantaría que no las hubiese, pues mientras escribo me siento especialmente vivo. Cada vez estoy más convencido de que el acto de escribir es lo más interesante de la literatura. Antes del verano terminé un breve texto que reconstruye el viaje de Jasón y los Argonautas, y mientras lo hacía me lo pasé estupendamente. Ojalá no tuviese paradas, pero para todo hay que ‘cargar las pilas’...
—¿‘La trama oculta’? ¿Es que se ha dejado cautivar por la novela negra, las de detectives y misterios, que parecen regresar ahora con tanta fuerza?
—Incluso si ese es el título definitivo, el libro no va a tener nada que ver con el género negro, aunque haya un cuento con asesinatos. Se trata más bien de aludir a lo no visible en el propio fluir de la realidad, esas relaciones oscuras, secretas, que hay por debajo de las apariencias... Por otra parte, mezclaré cuentos realistas y fantásticos.
—¿Cuáles son esos ‘deberes’, entre artículos y cuentos, que le han mantenido tan ocupado durante este verano?
—Pues sí, es cierto que los tenía a principio del verano, pero agosto ha sido muy fructífero para mí y ya los he hecho: mi página para la revista Leer , un par de prólogos, dos cuentos que me habían encargado, un texto para una publicación de la RAE y una ponencia para un congreso en Panamá. La verdad es que no he parado, porque además, a estas alturas de la vida me ha dado por el bricolaje y he reciclado unas maderas para hacerle un rascador a mi gata que me ha quedado estupendo... Si fuese más joven a lo mejor cambiaba de oficio...
—¿Qué elementos ha de reunir el entorno y la disposición de ánimo de José María Merino para manufacturar buena literatura?
—En lo exterior necesito suficiente tranquilidad y un ámbito privado, exclusivo; en lo interior, buena disposición de ánimo, estabilidad mental y emocional, y con ello creo que no me distingo de nadie que escriba o que haga cualquier tarea que requiera atención reflexiva.
—¿Es de los que escriben un guion o un esqueleto de la historia y luego van quitando y añadiendo, puliendo; o camina más despacio dejando perfecto cada párrafo?
—En eso no tengo manías: a veces hago un pequeño esquema de lo que quiero escribir, a veces me meto directamente en materia. Eso sí, mientras lo escribo lo imprimo varias veces para verlo ‘materializado’ y meter pluma aquí y allá. Tardo en dejarlo terminado. Incluso textos escritos hace tiempo los repaso cuando los vuelvo a leer. Porque no hay texto perfecto, las palabras soy muy escurridizas...
—¿Se considera un escritor demasiado puntilloso? ¿Qué es lo que le quita el sueño, el fondo o la forma?
—No me consideraba demasiado puntilloso, pues lo que me preocupa de verdad no es el ‘cómo’ sino el ‘qué’, pero uno acaba descubriendo que hay una inevitable interdependencia entre ambos. Por muy bueno que sea el ‘qué’, la verdadera fortaleza se la da el ‘cómo’.
—¿No debería la RAE colocar una subsede en León, dada la potencia novelesca e ilustradora de estas tierras? ¿No sabe de ningún proyecto cultural, de calado, relacionado con el Viejo Reino que se esté preparando actualmente?
—La conmemoración, tan ejemplar y cálida, que celebró recientemente Lois en honor de sus ilustres académicos (que fueron casi fundadores de la RAE, pues Alonso Rodríguez Castañón ocupó el sillón C de 1714 a 1725, y Pedro Manuel de Acevedo el sillón T de 1721 a 1734) me ha hecho recordar al bañezano Juan de Ferreras, que fue fundador, al berciano Valentín García Yebra, al astorgano Ricardo Gullón... Acaso no estaría mal que en León se los recordase a todos juntos, especialmente con motivo del presente Tricentenario de la Real Academia Española, pero... no me consta que haya ningún proyecto en tal sentido.