«En la música hay mucha oferta... y poca pasta»
Para Niño y Pistola, el Purple Weekend es su objetivo «más importante del año».
Niño y Pistola es uno de esos grupos ‘delicatessen’ dirigidos a los mejores gourmets del buen rock pero también capaces de gustar a todo el mundo. La banda gallega, liderada por Manuel Portolés, se encuentra en un momento tan fértil de su carrera que cada trabajo es recibido con los mejores elogios. Todo merecido. Porque si su último disco, There’s a man with a gun over there , puede considerarse uno de los destacados del año de la escena estatal (sus vinilos se venden como churros en sus conciertos), no hay que olvidar aquella joya que fue su As Arthur & The Writers , una monumental colección de canciones. En ambos coincide el espíritu conceptual pero ante todo una exquisita capacidad para crear melodías, instrumentaciones poderosas, grandes voces y un perfecto manejo de reminiscencias de grandes como Neil Young y un rock americano que flirtea a la perfección con el gran pop.
León podrá volver a comprobar en diciembre la potente inspiración de Niño y Pistola. Será en la 25ª edición del Festival Internacional Purple Weekend de León, que, organizado por el Centro Comercial Abierto de León Centro León Gótico y patrocinado por Estrella Galicia, Pepsi y Kas, se celebrará del 5 al 8 de diciembre de este año. Allí Portolés y los suyos dejarán también constancia de que el rock se compone de actitud y de grandes detalles. Y que ellos, originarios de Val Miñor (Pontevedra) están sobrados de ambas cualidades.
—Han entrado en una rutina en la que no hacen disco malo. ¿Son de los que esperan, por tanto, a las buenas canciones, en lugar de someterse a calendarios de supuesta mercadotecnia?
—Bueno, siempre intentamos mejorarnos… Y, más o menos, nos metemos en el disco nuevo cuando nos lo pide el cuerpo. No hay nada planeado. Cada uno de nosotros trabaja en lo suyo para poder vivir y no podemos dedicarle el tiempo que nos gustaría. Así, estamos de gira o grabando, pero no podemos estar a las dos cosas a la vez.
—Esto que dice me lleva la idea de que, al final, entre los actores de la escena alternativa, resulta que los que no pueden vivir de la música son los músicos… ¿No le parece una paradoja un poco injusta?
—Es lo que hay. No me quejo pero es la típica cosa que te planteas. A mi me gustaría vivir de la música, pero el negocio no lo permite…
—Entonces, casi para ilustrar a otros compañeros, ¿cómo lo hacen para mantenerse a un nivel tan alto de calidad?
—Desde hace un par de discos tenemos un sistema que más o menos nos funciona. Sacamos el disco y tocamos hasta que nos cansamos o vemos que todo se hace muy repetitivo. O que no compensa al esfuerzo que hacemos. Entonces paramos y decidimos no vernos un par de meses para volver a trabajar en cosas nuevas. Y así surge otro disco…
—A ustedes les ocurre que tienen las mejores críticas y el reconocimiento de la profesión. ¿Eso se traduce en conciertos, festivales, apoyos…?
—En cuanto a la gente que va a nuestros conciertos, sí. Últimamente, los vinilos se venden muy bien al acabar. Eso quiere decir que algo sí que gustamos. Aunque puede que, como dices, no se correspondan esos piropos con los resultados. También creo que, ahora, en la música hay mucha oferta y poca pasta. El tener un trabajo real es nuestro colchón.
—Les veremos en un Purple Weekend que cumple 25 años y con unos Niño y Pistola mejor que nunca. Se avecina un gran acontecimiento, ¿no?
—Eso esperamos. Estamos contentos con cómo van las cosas. Con la gira a mitad de su recorrido y en su mejor momento. Y, además, puede que para nosotros el Purple Weekend ha sido el objetivo más importante del año. Es un festival muy bueno y en el que coincidimos en muchas cosas, en gustos, en cuanto a grupos, y en el espíritu melómano que se respira desde la propia organización hasta en el público que asiste.