Crítica de televisión
Trapos sucios en Twitter
De toda la vida se ha sabido que los trapos sucios se lavan en casa. Y más si son sobre asuntos laborales. Porque con las cosas del comer no se juega.
Pero con la llegada de la era 2.0 estos refranes han quedado antiquísimos y ya va siendo hora de renovarlos. Porque ahora los trapos sucios se lavan en 140 caracteres, es decir, en Twitter. Ahí, por lo visto, uno puede protestar libremente contra su jefe o recriminarle su conducta. En lo que a la tele se refiere las cosas funcionan así.
Hace unos días María Escario reprochó a sus mandamases que en el Telediario no hubiesen emitido imágenes de la entrega del premio Ondas que la periodista recibió por su trayectoria en TVE. Pío, pío, en la red del pajarito se armó el lío. No tardaron en unirse compañeros como Julia Otero o Ana Pastor afeando el gesto de la tele pública. La queja surtió efecto y tres días después a la Escario la sorprendieron en directo con el momento en que recogió el galardón. No hubo disculpa, pero María tan contenta.
El que también protestó el domingo fue el contertulio Fernando Berlín por cómo se había comportado Iñaki López en la tertulia que modera en La Sexta. A su juicio el periodista debería haber censurado que otros invitados le insultaran. ¿Le llamó por teléfono para pedirle explicaciones? No. Lo hizo por Twitter, que es una red donde rebelarse mola más porque tienes un séquito detrás que te jalea. Dale más, dale más. Y claro, con tanto apoyo cualquiera no se crece. López, finalmente, claudicó y reconoció responsabilidades
Varios concursantes de Top Chef utilizaron Twitter la semana pasada para quejarse por el montaje que el programa había realizado para narrar la eliminación de la polémica Bárbara. Por internet les dijeron de todo menos bonito (del norte). Entró al trapo hasta Chicote, defendiendo su cocina de Antena 3.
Y mira que impone el cocinero madrileño, pero como la discusión era con tuits más de uno se puso valiente. Vistos los resultados de airear los descontentos a golpe de mención le dan ganas a uno de unirse a esta moda 2.0.
Pero, llámenme antiguo, yo por si acaso los trapos sucios voy a seguir lavándolos en casa, a máquina y sin centrifugado.