Diario de León

Una caja con la voz de Umbral

La viuda del escritor encontró más de 600 textos originales de sus colaboraciones en la emisora ‘La Voz de León’, de 1958 y 1961, que Austral publica en un libro.

Alfonso Ordóñez, Mercedes Cantalapiedra, María España, Ángeles Aguilera y Gustavo Martín Garzo.

Alfonso Ordóñez, Mercedes Cantalapiedra, María España, Ángeles Aguilera y Gustavo Martín Garzo.

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ana de la fuente | valladolid
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Seis años después de su fallecimiento, la memoria de Francisco Umbral sigue presente gracias a la fundación homónima que promueve su legado y a la editorial Austral que desde 2011 impulsa la recuperación de su obra a través de la reedición de algunos de los mejores títulos del escritor. Entre las novedades para el próximo año destaca la reedición de Carta a mi mujer, que llegará a las librerías en enero y Amado siglo XX que lo hará en septiembre.

A estas publicaciones se suma un nuevo proyecto que verá la luz en otoño con crónicas inéditas de un jovencísimo Francisco Umbral durante su época como colaborador de radio en la emisora ‘La Voz de León (REM)’ entre los años 1958 y 1961 y que su viuda, María España, encontró casualmente dentro de una caja durante una mudanza.

Son un total de 665 colaboraciones escritas a máquina pero con anotaciones realizadas a mano cargadas del sarcasmo e ironía que caracterizarán a Umbral a o largo de toda su carrera. El título no está decidido, aunque la editorial estudia la posibilidad de sacarlas a la luz el próximo otoño bajo el nombre de Diario de un observador o Crónicas de una época. En ellas, un jovencísimo Umbral, que siempre comenzaba sus artículos con un encabezamiento como si de una carta se tratara, disertaba sobre filosofía, temas existenciales o de actualidad demostrando, según señaló ayer Ángeles Aguilera, portavoz de la editorial, «grandes dotes de ironía y sarcasmo y un talento impresionante con el que ya empezaba a despuntar».

Esta ‘literatura escrita en el aire’ supone uno de los primeros testimonios de un joven aspirante a periodista que con la fuerza de su palabra y de su obra llegaría a convertirse en uno de los «mejores prosistas del siglo XX».

De esta manera definía el escritor Gustavo Martín Garzo a Francisco Umbral durante un pequeño homenaje celebrado el jueves en el Laboratorio de las Artes de Valladolid (LAVA).

El acto también contó con la presencia de su viuda y presidenta de la Fundación, María España; la concejala de Cultura, Mercedes Cantalapiedra y la responsable de la editorial Austral, Ángeles Aguilera.

En su intervención, Martín Garzo alabó la decisión de reeditar las obras de Umbral: «Sus títulos son un auténtico placer para todos los amantes de la buena literatura y para todos los vallisoletanos» pues Umbral tenía un «don prodigioso para el lenguaje» logrando transformar con sus obras a Valladolid en «territorio literario». Así, se refirió a la «huella imborrable» que Valladolid dejó en Umbral y que se refleja en muchos de sus libros y que Garzo equiparó con el sentimiento de García Márquez con Macondo o de Clarín con Vetusta.

El acto concluyó con una performance literaria diseñada por el concejal leonés Alfonso Ordóñez, director artístico del LAVA, a cargo de los actores Silvia Martín de ‘Teloncillo’ y Rubén Pérez de ‘Corsario’ que ofrecieron una lectura interpretativa de textos de Los helechos arborescentes y El hijo de Greta Garbo.

Austral comenzó con la labor de recuperación de la obra de Umbral hace dos años con la publicación de Las Ninfas y Mortal y rosa con el prólogo de José Manuel Caballero Bonald, ganador como el vallisoletano del Cervantes. En 2012, vieron la luz Lorca. Poeta maldito, con introducción del hispanista Ian Gibson; Valle-Inclán. Los botines blancos de piqué, con prólogo del escritor y crítico teatral Javier Villán; y La noche que llegué al Café Gijón, con el análisis del escritor y periodista Raúl del Pozo, ambos columnistas de El Mundo. Este año Austral ha reeditado Los helechos arborescentes , con el testimonio de Eduardo Haro Tecglen y Madrid 1940, analizado por Bénédicte de Buron-Brun y El hijo de Greta Garbo, con prólogo de García Posada.

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