Crítica de televisión
Lo mejor y lo peor
Donde menos te lo esperas a final de año brota una lista, un recopilatorio, un top ten. Hay de todo lo que uno pueda imaginar, de discos, de libros, de películas, de mejores y peores vestidos, de goles, de pifias. Sí, a mí también me dan algo de pereza, no lo puedo negar. Pero igual que otras muchas cosas que suceden en esta época, como esas comidas con tíos lejanos o las cenas con antiguos compañeros de colegio, y no por ello dejo de hacerlas. Así que no voy a despedir 2013 sin elaborar mi nómina de las mejores y peores series extranjeras estrenadas en estos meses. La lista la encabezan y la cierran dos ficciones americanas creadas por la plataforma Netflix, que ha entendido que los espectadores han encontrado nuevas maneras de consumir series. Ahora lo suyo es disponer de todos los capítulos de una temporada y administrarlos como mejor convenga a cada cual. Y esto es lo que se hizo con Orange is the new black, comedia con tintes dramáticos sobre una niña bien que termina metida entre rejas, y con la interesante trama política House of cards, protagonizada por Kevin Spacey. En los puestos finales aparecerían la adaptación catódica de Hannibal Lecter, y Rectify, desasosegante drama sobre un hombre que debe rehacer su vida tras salir de la cárcel, así como dos títulos de ciencia ficción que no son perfectos pero sí bastante entretenidos, Orphan Black y Utopía. En posiciones de honor se sitúan las británicas ‘Dates’ (historia de citas entre desconocidos que se conocen por internet), Broadchurch (en torno al asesinato de un niño en una pequeña ciudad) y Peaky blinders (gángsters en los años 20). Sin olvidar Masters of sex, biopic sobre el ginecólogo que revolucionó la sexualidad de los americanos en los años 60. A lo olvidable le dedico menos espacio, que es lo que se merece. Podría hablar de The following, Agents of SHIELD o Dads, pero prefiero ocupar las últimas líneas en desrecomendar dos profanaciones en toda regla: la que hicieron con la gran Psicosis de Hitchcock en la insulsa Bates Motel, y la perpetrada con el personaje de Dracula con la mediocre adaptación encarnada por Jonathan Rhys Meyers.