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Lluis Homar y José María Pou, dos gigantes en ‘Tierra de nadie’

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magdalena tsanis | madrid
León

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Cuenta Josep María Pou que su primer encuentro con Tierra de Nadie , la obra de Harold Pinter que recalará la próxima semana en Madrid, le dejó «aturdido» y «sin comprender nada», mientras que Lluis Homar se declaró de entrada «un poco escéptico».

Ahora, en cambio, se les ve exultantes. «Si tuviera que elegir dos obras de mi carrera, ésta sería una», dice Homar. «Pocas veces he trabajado con tanta felicidad», resume por su lado Pou, durante la presentación en Madrid del montaje dirigido por Xavier Alberti, director del Teatro Nacional de Catalunya (TNC). La obra del premio nobel británico se estrenará el próximo 15 de enero en las Naves del Español del Matadero, después de haber permanecido un mes y medio en cartel en Barcelona con una ocupación media del 95 %, según Alberti.

«Yo creo en el teatro que conmociona y sacude brutalmente al espectador, y eso pasa con Tierra de Nadie », señala Pou, que en la obra interpreta a Hirst, uno de los dos amigos que se reencuentran después de 35 años en el Londres de los 70 y rememoran sus lazos.

«Los dos querían ser poetas, pero uno triunfó (Hirst) y el otro no», apunta Homar, que se pone en la piel del amigo «fracasado», Spooner. «Parece que uno llega a ajustar cuentas con el otro, pero no», añade.

Un viaje personal

Pinter escribió el texto en un momento de crisis personal, cuando Hollywood acababa de ofrecerle un dineral por un guión. «Él no está seguro de que ese sea su camino, y es entonces cuando toma de la mano al poeta T.S Elliot para hacer un viaje en busca del equilibrio», explica Alberti. El director del TNC considera que Tierra de Nadie es un homenaje de Pinter a su admirado Elliot y cita en concreto cuatro obras de éste — Cuatro cuartetos, Tierra Baldía, Canción de amor para Prufrock y El viejo estadista — en las que ha apreciado referencias. Finalmente, muchas de ellas tienen que ver con la necesidad del poeta de vivir el presente. «Cuando uno tiene heridas abiertas de su pasado, el presente no puede ser satisfactorio».