Aguado: «Sabían que el sueño de la igualdad pasa por la educación»
«Una de las cosas que debe subrayarse es que la República fue precedida de un cambio cultural que hizo posible el desembarco de todas estas maestras en las escuelas». Quien así se expresa es Elena Aguado, profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de León y una de las personas que más ha investigado este momento clave en la acontecer de España. Y es que no se puede olvidar que el impulso de la Institución Libre de Enseñanza fue fundamental para el desarrollo de una educación que consiguió la integración cultural de la mujer. En León, este dinamismo se logró gracias a la Fundación Sierra Pambley y, en el caso de las maestras, hay que referirse a dos etapas.
La primera de ellas es la que llega hasta 1918. Se trata de una generación nueva que fue aportada por José Bartolomé Cossío y entre las que cabe destacar a María Pedrosa o Luisa de la Vega Wetter, por ejemplo, que cumplió su magisterio en Villablino, impartiendo clases de francés, matemáticas y comercio. Su pasión por la docencia llegaba hasta el punto de crear grupos de niños y niñas a los que ofrecía clases extraescolares en su casa.
En una segunda generación, hay que hablar de maestras como Pilar Fernández de la Vega, Isabel Álvarez Fernández, María Cuyás —madre del cineasta Néstor Almendros— o Sofía Polo. Pero, sobre todas ellas, Elena Aguado hace hincapié en dos: María Piedad Pedrosa y Esther Uceda. La primera de ellas preparaba a las niñas leonesas para su ingreso en el instituto, en la escuela Normal o en la de Comercio y su impulso generó que hubiera varias generaciones de mujeres con muchísimo éxito en el acceso a estos niveles de estudio. Además, fue directora interina de la Fundación y desde este puesto puso en marcha la concesión de becas a las niñas.
Esther Uceda desarrolló su labor en Hospital de Órbigo, donde llegó siendo muy joven de la mano de Cossío. Ambas (Uceda y Pedrosa) entraban en sana competencia para conseguir el mayor número de pensiones para sus alumnas. Durante la guerra, María Pedrosa se vio obligada a entregar a la Guardia Civil toda la documentación de la Fundación. Fue encarcelada y posteriormente depurada por Franco, pero nunca abandonó su vocación y en Granada continuó impartiendo de manera particular su magisterio, logrando el ingreso en la universidad de un gran número de mujeres. «Sabía que el sueño de la igualdad pasa por la educación y nunca dejó de trabajar por este sueño», destaca Elena Aguado, que subraya que realizaba filandones de arte, de cine, de teatro, de literatura tras sus clases.
Por su parte, Esther Uceda creó en Hospital de Órbigo una biblioteca que se convirtió en punto de referencia cultural de los alumnos y sus familias, implicando así a toda la población en el desarrollo cultural.