Diario de León

CULTURA

La transición, vista con el ojo izquierdo de Manuel Jular

El veterano creador expone lo mejor de su humor gráfico en el Museo de León .

Miembros del colectivo Aguzo, iniciando las ‘Rondas’.

Miembros del colectivo Aguzo, iniciando las ‘Rondas’.

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marcelino cuevas | león
León

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Manuel Jular repite exposición, dos años después, en las salas del Museo de León. La muestra que ahora presenta, titulada Humor —gráfico— en tiempos revueltos , repasa sus obras de ilustración y sátira. La exposición abarca desde el año 1965 hasta 1988, etapa en la que Jular colaboraba en distintos medios de comunicación, durante un periodo especialmente convulso de la historia de España, tiempo en el que, además, estuvo encarcelado por el delito de ‘propaganda ilegal’ relacionado con las publicaciones en las que participaba. Pero en ella se refleja de forma muy especial y nada objetiva la ya casi olvidada Transición.

Jular, don Manuel Jular, siempre ha sido un pintor serio, desde sus bravos toros llenos de dinamismo y fuerza de hace medio siglo hasta sus abigarrados collages digitales de los últimos tiempos. Pinta el veterano artista con mano firme, texturas generosas y mucha metafísica. Si añadimos a esto que Jular tiene en su historial una azarosa peripecia política… podría pensarse que en su trabajo no caben el humor, la sonrisa o la carcajada.

Pero nada más lejos de la realidad. Jular, don Manuel Jular, ha dibujado, casi desde siempre, ácidas viñetas, o tiernos cómics, o sugerentes siluetas que cuentan historias, o desternillantes y aparatosas imágenes digitales en las que pone en candelero las virtudes más características de sus enemigos menos íntimos: los políticos de derechas.

A vista de grajo

Manuel Jular es dibujante, ustedes le conocen de sobra, de fina estampa, de trazo fácil y de mucho contenido, como podrán apreciar en esta singular exposición. Quizá el icono máximo en su faceta humorística sea el Grajo , ese grajo leonés que cada mañana planeaba sobre la capital leonesa y que ahora con la crisis parece que ha emigrado a tierras más prósperas. Venía desde sus dormitorios en las choperas del Bernesga volando hasta las sacramentales torres catedralicias. Y cada anochecer, entre agudos graznidos, hacía el camino de vuelta para rumiar lo que había contemplado durante la jornada. Quizá sea que el artista, puede que sin ni siquiera saberlo, sea un poco como esos negros planeadores, un poco siniestros, que vigilaban incansables el acontecer cotidiano. Pajarracos que todo lo ven y todo lo escuchan para contárselo después al mismísimo diablo.

Como don Manuel no tiene, que sepamos, amigos en el averno, se conforma desde siempre con trasladar su acervo de impenitente espía al papel, y lo hace para gozo de los que podemos disfrutar de su fina ironía, de esos editoriales dibujados que vivieron días de gloria en las páginas de Proa , de Diario de León o de Mundo obrero por hablar sólo de los extremos donde Jular publicara sus monos. Reunirlos ahora y exponerlos al público ha sido, sin duda, un gran acierto. Y lo mejor es que muy pronto, a finales de marzo, quedarán recopilados en un libro que será fiel reflejo de esta exposición.

Quede claro, eso sí, que Jular, don Manuel Jular, solamente mira pasar la vida con un ojo… el izquierdo y lo dibuja todo con la mano derecha. ¡Paradojas de la vida!

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