opinión
El guión del Intermedio
El Gran Wyoming no es tan gracioso ni ocurrente como parece. No lo digo porque yo profese ninguna animadversión hacia él (no es el caso), sino porque a menudo se nos olvida que el verdadero mérito de todo lo que dice el presentador de El intermedio la tienen unos seres llamados guionistas, a los que nunca se les aplaude lo suficiente. El programa satírico de La Sexta lleva semanas batiendo récords de audiencia. Es el fruto del trabajo de trece guionistas, que batallan cada día con la actualidad para buscarle el punto ácido e irónico. Y no siempre es sencillo encontrar el lado humorístisco a asuntos como la invasión de Crimea o las preferentes. Ellos lo hacen tras documentarse durante horas y después de desechar muchas ideas. Finalmente no hay tema del día sobre el que no pasen su afilado escáner. Se puede o no estar de acuerdo ideológicamente con los enfoques, pero es imposible no valorar su habilidad. ¿El truco? Echarle horas. Hay poco margen a la improvisación en espacios como éste
La espontaneidad está muy bien, pero en televisión no siempre funciona. Miren lo que pasaba en Zapeando en sus comienzos. Dejaba a sus contertulios que hiciesen sus gracietas libremente y aquello no cuajaba. Tuvieron que salir al rescate los chicos de la cueva (así los llamaban en ‘Sé lo que hicisteis...’) para reflotar el invento. Y lo han logrado. Morgade, Miki Nadal y hasta Cristina Pedroche resultan más ingeniosos que nunca. La culpa es de los guionistas. Ponga uno en su programa. Pero, sobre todo mímele, déle de comer bien, otórguele libertad y medios, páguele como merece, ofrézcale visibilidad. Ya verá qué resultados obtiene.
Es cierto también que si un buen guión cae en manos de alguien sin carisma ni gracejo puede deslucir hasta el trabajo más brillante. Eso no se puede negar. Estamos ante un típico caso de qué fue antes, ¿el huevo o la gallina? Teniendo en cuenta que a la gallina (que me perdone Wyoming por otorgarle este rol en la metáfora) ya se le aplaude a menudo, permítanme que hoy vitoree a los huevos. Quizá no he sido muy afortunado escogiendo el símil. Pero no doy para más. Ni que fuese yo guionista de ‘El intermedio’