AUTORES
Raquel Lanseros y Julio Llamazares, poetas en la calle
La autora leonesa presentó en Madrid su libro ‘Las pequeñas espinas son pequeñas’.
Como son ellos los que persiguen las palabras, Raquel Lanseros y Julio Llamazares, que participaban en la presentación del libro de la primera, se prestaron para Diario de León a algo así como un aquí te pillo aquí te escribo, antes del acto en la SGAE de Madrid. Los dos tienen en León toda una vida que viven en otro sitio. Los dos son escritores, poetas, observadores, autores sin remedio... Porque son lo mismo de ese tan distinto que es el oficio de escritor. Y ayer le tocó mover ficha a Raquel Lanseros, la poeta de todos y ningún lado, que presentó Las pequeñas espinas son pequeñas , editado por Poesía Hiperión, y que contó también con la presencia del artífice de esta mítica editorial, Jesús Munárriz.
Pero antes de ese encuentro en el que Lanseros volvió a demostrar su capacidad de generar interés (por ejemplo, por allí se pudo ver a mucha gente, entre ellos al ilustrador y también poeta Toño Bernavides), Raquel Lanseros y Julio Llamazares podían preguntarse, y lo hacían al calor de un café y de un Aquarius, que no todo va a ser poesía... Por ejemplo, hablar de por qué se escribe. Y a ella le interesaba saber acerca de cómo conservar la inspiración a lo largo del tiempo, «porque tiene que ser como una postura ética», apuntaba la propia autora. Y Llamazares se remitía a su propia vida: «Donde vivía de pequeño, no había libros ni ambiente cultural. Es una vocación, una necesidad, una pasión. Y a medida que cumplo años, más pasión tengo por la literatura».
En cambio, para el autor de Las lágrimas de San Lorenzo , le interesaba saber cómo lo lleva la generación, como la de Lanseros, «en donde vivís esa quiebra entre lo analógico y lo digital», afirmaba él, que dice que llegó al ordenador y en él se queda. La escritora jerezana, pero fuertemente vinculada a León, señalaba al respecto que «yo hasta lo he escrito en un verso dedicado a la lentitud de los bueyes, que cuenta Julio Llamazares. Porque nuestra generación está más identificada con la velocidad que supone el mundo digital», explicaba Lanseros, que añadía también que ese mundo informatizado es para ellos un lenguaje aprendido. Es más: «Creo que habría que situarnos en el medio, entre lo analógico y lo digital», remataba.
Ya juntos era un buen momento para los consejos. Tal vez, para que Julio Llamazares le recomendara a Raquel Lanseros que aún estaba a tiempo de abandonar la poesía por algo más honrado... Aunque era el propio Llamazares el que decía con humor: «Cómo voy a decirle yo algo a ella, si el que no tiene remedio soy yo».
Quizá, Crimea...
También, aún estando en Madrid, tenía que salir León como territorio poético o literario, en grado de presunto o de culpable, como pregunta que conlleva sus riesgos, ya que ambos coincidieron en señalar que está bien que haya cierta identidad pero que puede ser como la de cualquier otro sitio. Y, tal vez, por ello, Julio Llamazares recurrió a un verso de Raquel Lanseros, ese que empieza: «Nadie te consultó sobre el principio...», como forma de decir que uno puede ser de un lugar y no querer decir nada: «Podría haber sido de Crimea», añadía Llamazares. Como punto en común sí alcanzaron esa infancia y su encanto como territorio definidor.
Así, tal vez pensando en libros pendientes y libros por llegar, Julio Llamazares y Raquel Lanseros subían a uno de esos encuentros en los que la literatura (en este caso también había música y más) es la mejor mentira para contar una verdad.