Diario de León
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Crítica de televisión yolanda veiga

Ya no hay manera de recuperar Dreamland , que se postula al título de mayor fiasco del año. Es la serie de bailarines de Cuatro, pero usted habrá oído hablar más de ella cuando no la emitían que ahora que lleva en antena tres semanas. Las dos primeras, olvidada en la noche del viernes; y la tercera, maltratada en la madrugada del jueves (no llegó a 300.000 espectadores, que es menos que nada).

Si se la encuentra por ahí y se queda diez minutos a ver qué pasa, se dará cuenta de que no cuenta nada nuevo. La primera escena del capítulo del otro día eran una parejita en pelotas en la cama, ella mostrando delantera y él, retaguardia. Esos dos personajes son los que llevan el peso de la trama, que alterna las historias personales de amoríos y celos con bailes de esos modernos que descoyuntan a cualquiera. Dreamland es una mezcla de Fama y Al salir de clase , pero con chavales más resabiados y que llevan ropa más escotada.

Se supone que la serie iba a revolucionar la ficción española con una propuesta distinta, pero en realidad no ofrece más una sucesión de topicazos: los guapos que se enamoran y se marcan un baile de alto voltaje con la ropa mojada, la chica gordita y talentosa a la que rechazan en la discográfica por su físico, la artista sin talento que consigue el contrato porque se ha ligado al productor, la empresaria que necesita dinero para reflotar un negocio y se lo pide a un señor que en realidad solo quiere llevarla a cenar, una señora que es mala malísima...

Con estos mimbres no se entiende por qué estaban tan altas las expectativas y por qué Mediaset le ha dedicado dos años de promoción. Anunciaron el estreno casi como el gran acontecimiento televisivo del año, Shakira hizo un cameo, prepararon un videoclip... Mucho ruido, demasiado para tan poca cosa.

Dreamland es una serie modesta, pero podía haber funcionado bien con el público joven. Pero ese público no está en casa el jueves y el viernes por la noche. Así que la culpa del batacazo no es toda de los bailarines.

tracking