Diario de León

El Santo Grial que llegó de Egipto

La sala habilitada en San Isidoro, en el cuerpo bajo de la torre del gallo, para exhibir exclusivamente el Santo Gril.

La sala habilitada en San Isidoro, en el cuerpo bajo de la torre del gallo, para exhibir exclusivamente el Santo Gril.

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León

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Dos manuscritos del siglo XIV localizados en la biblioteca de la Universidad de Al-Azhar (El Cairo) han dado un vuelco a la historia. Aportan datos irrefutables de que el cáliz que la reina Urraca regaló a San Isidoro en torno al año 1063 es el Santo Grial.

La reliquia más importante de la cristiandad, que historiadores y fanáticos religiosos han buscado de forma incansable durante siglos —incluida una facción de las SS de Hitler—, estuvo hasta el XI en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. El primer testimonio escrito sobre el destino de la Copa de Cristo es del siglo IV, por lo que existiría una laguna de 400 años. El primer pergamino habla del ‘viaje’ de la Copa de Jesús desde que fue arrebatada a la comunidad cristiana de Jerusalén por los califas fatimíes de Egipto para ser entregada a un rey taifa español, el emir de Denia. El segundo pergamino ratifica la llegada del cáliz a su destino final: un viaje de 5.000 kilómetros, de Jerusalén al Cairo, de la capital egipcia a Denia y, por último, León. Los dos manuscritos egipcios relatan que al cáliz le arranca una esquirla por orden del sultán Saladino el jefe de la expedición que trajo a León la copa en el año 1054-45, Bani-I-Aswad. Un viaje en el que la reliquia más importante de la cristiandad fue custodiada por un obispo de Yalaliqa (nombre que recibe el Reino de León en las fuentes islámicas). Otra prueba fundamental es la copa en sí, de cronología coetánea a los tiempos de Cristo. Un cuenco de ónice de los denominados ‘vasos de murrina’, utilizados entre la nobleza de aquella época. Un ‘modelo’ que sólo aparece entre el siglo I antes de Cristo y el año 70 de nuestra era. El Panteón de San Isidoro, última morada de los reyes leoneses, resulta ahora revelador si se tiene en cuenta que la pintura central es la Última Cena y el lugar destacado que ocupa el cáliz.

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