San Isidoro abre al público una cámara sellada con el Santo Grial

San Isidoro expone el Santo Grial en una cámara sellada. El cáliz de Doña Urraca, que durante mil años ha sido sólo una joya de orfebrería del siglo XII y que las últimas investigaciones consideran que es la copa utilizada en la Última Cena, se exhibe desde ayer en una vitrina antibalas de tres cristales de 23 milímetros de grosor unidas con láminas de butiral. También hay detectores de movimiento y medidas antiincendios. «Las que aconsejó la empresa de seguridad», según el abad de la colegiata, Francisco Rodríguez Llamazares.

La nueva sala, ubicada en el cuerpo bajo de la torre del gallo, ya albergó el cáliz hace catorce años, con motivo de la exposición Tesoro Sagrado y Monarquía. Pero entonces, la copa estuvo acompañada por otras joyas donadas por los reyes Fernando I y Sancha a la colegiata, mientras que ahora se exhibe en solitario. Se trata de una estancia sin ventanas, un espacio «poco conocido y bellísimo desde el punto de vista arquitectónico», cuya oscuridad permite resaltar la belleza de la copa de ónice que la reina Urraca encargó adornar con sus propias joyas a los orfebres leoneses.

El abad no desveló ayer cuánto ha costado acondicionar esta estancia, así como dotarla de medidas de seguridad extraordinarias para blindar la reliquia más importante de la cristiandad. «Aún no hemos pagado, por la urgencia de acometer esta obra», dijo.

Máxima expectación

De momento, la sala del cáliz, a la que se accede por una angosta escalera de caracol de 33 peldaños, es inaccesible para personas con dificultades de movilidad. Ya hay reservas hasta octubre para ver la Copa de Poder y durante la Semana Santa estará completo. El Museo de San Isidoro, que abre durante siete horas de lunes a jueves y ocho horas los viernes y sábados, admite un máximo de 200 visitantes —25 personas cada quince minutos—. La primera semana de este mes las visitas se dispararon un 25%. Francisco Rodríguez reconoció la expectación que ha desatado la investigación llevada a cabo por los historiadores Margarita Torres y José Miguel Ortega, recogida en el ensayo Los reyes del Grial, donde confirman que el Cáliz de Doña Urraca es el de la Última Cena. Durante 56 años la copa ha estado expuesta al público en la Cámara de Doña Sancha, también conocida como cámara del tesoro, antigua tribuna regia del palacio de los monarcas de León y después scriptorium —donde los monjes copiaban e iluminaban códices— y sala capitular de los canónigos regulares de San Isidoro.

El abad confirmó ayer que el Santo Grial ha despertado gran expectación mediática, pero no así entre la comunidad científica, que de momento ha mantenido, salvo excepciones, un prudente silencio.

En cuanto a la jerarquía de la Iglesia, Rodríguez Llamazares confirmó que «es muy cauta y prudente, como debe ser. Es un momento de espera y de cotejar argumentos para ver si se puede llegar a una conclusión, aunque no es fácil hacer una afirmación rotunda».

«El cáliz de Doña Urraca no tiene valor, es inconmensurable, pero siempre da miedo que lo roben», declaró el anterior abad, el fallecido Antonio Viñayo, a propósito de la citada exposición Tesoro Sagrado, cuando la aseguradora Winterthur hizo una póliza multimillonaria por 117 piezas, todas auténticas obras maestras. El 9 de noviembre de 1979 hubo un intento de robo. La presencia de miembros de la Adoración Nocturna resultó disuasoria para los ladrones, que no llegaron a concluir el trabajo. El cáliz de Doña Urraca inicialmente estaba acompañado de una patena de oro que fue robada en el año 1112, durante los enfrentamientos entre Alfonso I de Aragón y un sector nobiliario que logró la anulación de su matrimonio con doña Urraca, sobrina de la reina donante. La pieza fue sustituida por otra de plata dorada que reprodujo el mismo modelo.