Herminia y la cabra
Crítica de televisión yolanda veiga
Ay la cabra... la bendita de la cabra ha evitado un drama, otro más. Celebraban el otro jueves los Alcántara una Nochebuena tardía y aquello más parecía una procesión de penitentes, que viene más a cuento con la época en la que estamos. Antonio ha pasado de patriarca incontestable a ser el invitado incómodo en su propia casa. Así le hace sentir especialmente Carlitos, que está teniendo una juventud muy complicada con lo de la cárcel y tal.
En el capítulo de la semana pasada, Antonio le quiere dar un regalo a su hijo, pero éste lo rechaza y se monta la marimorena. Y en estas aparece la cabra de María para calmar los ánimos. Antonio coge al animal y sale de esa casa que se ha convertido en un lugar extraño, inestable, como el barro que desaparece bajo los pies.
Viendo la escena de Imanol Arias con la cabra una se alegra de no estar leyendo un libro justamente en ese momento. La secuencia es de un surrealismo y una estética deliciosa, la guinda a ese menú amargo que han servido los guionistas de Cuéntame en el capítulo de Nochebuena, con una familia rota por todos los lados.
Toni no puede pasar las fiestas con su hijo, Inés acaba de perder a su ex, Carlos se halla en un sinvivir constante, Merche no encuentra la manera de digerir un engaño que es más que un escarceo de cama... Y luego está Herminia, que sufre por todos, y a la que no puede dar consuelo ya ni el cura. Como regalo de Navidad, los guionistas decidieron dar un respiro a la abuela, un poco de buen rollo, para añadir más surrealismo a la escena del fun, fun, fun.
María Galiana estuvo espléndida (lo está siempre) con ese cuelgue de felicidad que le proporcionaron las galletitas con ‘maría’ de la vecina de arriba. Era una trama complicada que podía resultar desubicada, pero encajó como una pieza de puzzle. El subidón de la abuela y lo de Imanol con la cabra fueron lo mejor del capítulo, casi de la temporada.
Cuéntame es, sin ningún tipo de dudas, la alternativa más sólida de los jueves por la noche.