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Publicado por
RAFAEL SARAVIA
León

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Allí donde el poder se siente incómodo, radica la verdad.

Delfín Mocache Massoko tiene treinta años y la vida le ha colocado al lado de los que entienden que la libertad no debería tener precio. Pero para este guineano que estudia en España y trasmite su opinión a través del diario digital Diario Rombe la libertad está empezando a costar algo parecido a la vida.

Massoko denuncia las irregularidades y corrupciones que el gobierno de Guinea Ecuatorial comete amparado por la omnipresencia de poder y de casta en ese país de la familia del presidente actual. Massoko necesita ayuda para ejercer la libertad de expresión y contar lo que desde otros puntos de vista se mantiene escondido, Massoko sabe que, como decía Mijail Bakunin, somos libres solamente en la medida en que reconocemos la humanidad y respetamos la libertad de todos los hombres que nos rodean.

Pero no es fácil asumir ese sacrificio. El poder que cercena siempre tiene caminos para la intolerancia. Aquí, mientras algunos luchan por mantener la impunidad de los derechos universales, nuestro sistema judicial se desliga y facilita, a través de la reforma de la justicia universal, la liberación de treinta y seis narcotraficantes y la exoneración de ciertos crímenes que no hacen otra cosa que atentar contra el propio ser humano.

Este es el legado de este gobierno, mirar para otro lado cuando el brillo del poder y sus economías pueden más que la dignidad y su defensa en todo el planeta. Decía Manuel Azaña que la libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres. Yo asiento.

Por ello defiendo a ultranza cada una de las voces que generan pluralidad en las opiniones para preservar la verdad, esté de parte de quien esté. La libertad de expresión no puede ser diezmada y la escucha de otras versiones ha de ser un axioma en cualquier comunidad democrática.

Ahora que acabamos de celebrar la Feria del Libro en León, aplaudiendo la posibilidad de adquirir saber, opiniones, ideologías y consciencia a través del libro, con lo que conlleva ese derecho conquistado —decía Rousseau que podemos adquirir la libertad, pero nunca se recupera una vez que se pierde—, me apetecía constatar que la libertad y la justicia, en boca de quien la ejerza, siempre serán herramientas en favor de la democracia. Si no somos conscientes de esto, si no apoyamos causas como la de Massoko, defendemos encubiertamente lugares oscuros ajenos a la libertad. Afganistán e Irán, en los años setenta, sabían en qué consistía esa palabra… pero ahora se cierne el desconsuelo sobre sus mujeres y habitantes.

Nosotros vemos esa radicalidad de lejos, pero ya saben, una vez que se pierde…