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León

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Opinión | mikel labastida

Como es de bien nacido ser agradecido, Pablo Iglesias está devolviendo a la tertulia matinal de Cuatro los favores prestados. Dicen, y seguramente es cierto, que gran parte del éxito en las elecciones de Podemos se deba a la presencia de su líder en la pequeña pantalla. Bien, ahora las tornas se han vuelto y es la televisión la que está resultando favorecida por el recién elegido eurodiputado. El programa que presenta Jesús Cintora lleva toda la semana acumulando récords de audiencia. El lunes y el martes obtuvo un 12,8% de cuota de pantalla, y el miércoles un 11,6%. Son datos por encima de la media que normalmente obtiene el magacín y, sobre todo, por delante de su más directo competidor, Al rojo vivo en laSexta, que suele ganarle esta franja sin problema. ¿Por qué esta semana los espectadores se han decantado por Cintora en lugar de por Ferreras? Porque el primero ha tenido como contertulio los tres días a Pablo Iglesias y el otro no. Así de sencillo. Y Pablo ahora vende. Quién sabe cuánto durará, porque la tele es caprichosa, y lo mismo te encumbra un día como te hunde al siguiente. Los representantes del Partido Popular renunciaron a acudir al difunto Gran debate de Telecinco y a algunos espacios de laSexta. A la vista de los resultados de los comicios europeos, igual se lo replantean. Tendrán que pensar, eso sí, a quién envían. A Cañete no se le han dado muy bien sus últimas intervenciones. Iglesias de momento aguanta, pero la sobreexposición puede jugar malas pasadas. Que se lo pregunten a Beatriz Talegón, que pasó de estrella revelación a estrella estrellada en un santiamén. Personajes de moda aparte, a Cintora hay que reconocerle el mérito de haber revitalizado las mañanas de Cuatro. Se encontró con un programa bajo mínimos (de audiencia), tomó el relevo de Marta Fernández hace un año y ha logrado alcanzar unas cifras destacables y plantar cara a Ferreras.

Es verdad que en este tiempo ha echado mano de algún asunto de sucesos (que siempre ayudan a levantar el ‘share’) pero también le ha dado nuevos bríos a una tertulia política que pasaba inadvertida. A ver qué sucede cuando Iglesias se marche a Bruselas y deje de ser una TVstar.

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