Diario de León

FERIA DE SAN ISIDRO

Javier Castaño, a la deriva

El diestro leonés no tuvo una buena tarde en las Ventas, especialmente con la espada. Lugar: rf hid fdsuhfsduhfuhsdf Lugar: fgjkfgjdfgdfijgisdfijosdf Entradas: g vdf gsdfsdfsdfsdfi8sd

El torero leonés, recibiendo con el capote al primero de su lote, ayer, en su comparecencia en la plaza de Las Ventas.

El torero leonés, recibiendo con el capote al primero de su lote, ayer, en su comparecencia en la plaza de Las Ventas.

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Javier Castaño : estocada atravesada (silencio); y estocada trasera y dos descabellos (silencio).

Iván García : fcuatro pinchazos y descabello (silencio tras aviso); y media y descabello (silencio).

Un corridón de toros en lo que a presencia se refiere, con una media por encima de los seiscientos kilos, y aún mejor, el interesante comportamiento que desplegaron algunos de los ejemplares que trajo a Madrid el ganadero onubense Fernando Cuadri.

De los toreros, poco que destacar. El diestro leonés Javier Castaño, a la deriva con el lote más propicio en conjunto; García, en cambio, se estrelló con los dos toros más deslucidos; mientras Venegas, el más verde de la terna, anduvo digno, jugándose la vida a cara o cruz con el sexto.

El toro de la confirmación de Venegas, serio y hondo, respondió a los cites en el primer tramo de faena, queriendo empujar la muleta por abajo, sin embargo, fue parándose a medida que transcurría su lidia. El joven torero jienense le pegó pases estimables, sobre todo a derechas, en una labor que, como el toro, tuvo altibajos y acabó yendo a menos. No obstante, la impresión que dejó Venegas fue buena.

El que cerró plaza fue un toro encastado, de exigentes y temperamentales embestidas con el que Venegas estuvo más que dispuesto en una faena vibrante, que contó con pasajes de mucha congoja como la tremenda voltereta que sufrió en los primeros compases y los numerosos momentos de apuro que padeció .

No obstante, el hombre solventó la situación airoso y sincero, en una miscelánea de arrojo, amor propio y la lógica inexperiencia en estas lides.

Lo mejor de la primera faena de Castaño fue, una vez más, su excelente cuadrilla. Prodigioso capote de Marco Galán para afianzar y templar a un toro que no andaba sobrado de fuerzas, mientras que Fernando Sánchez y David Adalid con las banderillas fueron todo un espectáculo. Luego, como suele ocurrir en Castaño, con la muleta bajó el diapasón, y eso que el «cuadri» tuvo catorce o quince muletazos para «crujirlo», pases, que, sin embargo, no brotaron en la profundidad y velocidad deseadas. La gente estuvo expectante con él hasta que pasó a censurárselo.

Idéntico panorama en el cuarto, otro toro con posibilidades en el que volvió a brillar la «infantería» de Castaño, sin embargo, él volvió a ahogarse en un mar de desconfianza y vulgaridad en la muleta, toreando siempre en línea en una labor intrascendente. El tendido que tanto había disfrutado en los dos primeros tercios se desesperó en el último y definitivo.

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