Diario de León

«Esto me reconcilia con el mal estudiante que fui»

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León

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1 Aparte del propio honor y la propia satisfacción, este reconocimiento me recuerda que yo tuve un destino universitario precario. La verdad, no fui un buen estudiante. El título viene al autor, claro está, y es una sorpresa agradecida, pero me ha hecho recordar a aquel universitario que no cumplía lo que debía... porque ya había vendido su alma al escritor.

Pues irremediablemente tendrá que ver con mi obra literaria... he escrito muchas novelas y, llegado a este punto, sí debo de ser consciente de haber creado un mundo propio, un mundo de ficción, y de haber estilizado un estilo, también propio, para expresar ese mundo. Además, reconozco que en la base de mi experiencia está mi vida en esta tierra. No soy un escritor localista pero asumo ese subsuelo originario que contamina mi imaginación.

3 y 4 En la educación en general percibo un planteamiento un poco incomprensible que, creo, proviene de una falta de sentido común y de que la política marca demasiado las opciones del conocimiento. Veo que no hay grandes acuerdos comunes en este tema, que se suceden planes diferentes, y eso repercute mucho en un alumnado cada vez más desconcertado; sin olvidar a ese profesorado que también sufre ante un sistema perturbador. Un oficio lleno de gente valiosa que se bate el cobre diariamente en colegios, institutos, universidades... tanto públicos como privados. Pero luego resulta incomprensible que el conocimiento humanístico esté tan la baja. Se habla mucho de los bienes de la revolución tecnológica, pero esa revolución necesita contenido.

Nunca lo soñé. Yo era un niño de pueblo muy a ras de tierra, muy ensimismado y fascinado por todo lo que me contaban, y muy llorón, se me engañaba con facilidad. No, la verdad que entonces no veía un destino preclaro y mucho menos un doctorado Honoris Causa.

Yo, de pequeño, quería ser albañil. Y como tenía tanta fijación con eso, mi padre me llevó un día a la ferretería de Villablino y me compró una paleta, que llevaba al cinto como si fuera la espada del guerrero del antifaz. No sé qué pensaría de esto un psicoanalista si lo estudiase, así que dejémoslo ahí. Lo que siempre me ha gustado, y he hecho mucho, es lo de revocar las paredes, el olor de la masa...

Las coronas se sostienen con dificultad. Pero son más difíciles de sujetar y probablemente más innecesarias cuando se recargan de actitudes y comportamientos que no resultan los más adecuados: entonces son una filfa.

Vivimos tiempos degrados en todos los aspectos que propician actitudes de autocomplacencia un tanto disparatadas. Nadie se resigna a ser dueño de lo que no tiene. Y a eso contribuye un panorama muy contradictorio, degradado y aburrido. Ahora bien, el escritor que tiene claro su reto sobrevive en la fidelidad a sí mismo y en sus lectores cómplices. Los libros de los que me hablas, creo, van dirigidos a lectores que no leen.

Yo ya he llegado a los setenta, un punto en el que las cosas empiezan a ser distintas, donde me encuentro más liberado mentalmente y con mayor conciencia de lo que hago y he hecho. Dicho esto, no quisiera ser dueño de un mundo que se repite.

10  En septiembre aparecerá la que creo que es mi novela más extensa y ambiciosa, La soledad de los perdidos ... contiene todas mis huellas, obsesiones y tonalidades.

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