Diario de León
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Crítica de televisión mikel labastida

Hace ya tiempo que los actores del cine se pasean sin complejos por la televisión, que se ha convertido en cantera de nuevas estrellas y en un garantía de trabajo más o menos estable para los recién llegados y para los veteranos que llevan veinte o treinta años trabajando a ratos, que es como están condenados a trabajar los actores. Vencidas las reticencias iniciales, que las hubo, hemos visto desfilar por los títulos de crédito de las series españolas a casi todos los grandes.

El martes cerraba su participación en Sin identidad Victoria Abril. No se ha prodigado mucho por la tele, y ha sido una lástima porque en la piel de la Fernanda ha estado enorme. Era la madre biológica de María (Megan Montaner, un descubrimiento), una superviviente que se reencuentra con su hija 27 años después de que se la robaran en el convento de los horrores que dirige con mano férrea sor Antonia, la genial Elvira Mínguez.

Por lo que se intuye, el asesinato de la Fernanda es el punto de inflexión, el momento en el que arranca la serie de nuevo y María, la protagonista, enfrenta su pasado para cambiar definitivamente el futuro acomodado que tenía en perspectiva antes de descubrir que la robaron al nacer.

El martes Sin identidad superó los tres millones de espectadores, una cifra que le garantiza su continuidad pero que resulta un poco raquítica para sus méritos. En todo caso va a seguir, así que el verano ya no se aventura tan sofocante.

La muerte de Fernanda a manos del malvado médico que encarna Tito Valverde (hay que ver qué bien se enfada este hombre en la tele) abre un nuevo camino por el que transitar y que acabará en un precipicio, con María encerrada en una cárcel china.

Los guionistas de Sin identidad han sabido añadir a cada capítulo la dosis exacta de misterio y ahora que ya llevábamos unos cuantos episodios y la trama amenazaba con estancarse, han sacrificado a la deslenguada Fernanda para poder abrir una nueva senda. Es una pena que no vayamos a ver más a Victoria Abril. Pero es fantástico para ella que nos hayamos quedado con ganas de más.

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