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PATRIMONIO ENTERRADO

Tesoros enterrados bajo el suelo de León

Cuesta fortunas excavarlos, interfieren en obras modernas y tras su descubrimiento ‘perecen’ enterrados

Muralla medieval en Puerta Moneda

León

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Parece un trabajo inútil. Buscar y excavar restos arqueológicos para acabar enterrándolos, como el dinero que cuesta cada prospección. En los últimos años, León ha descubierto importantes ‘tesoros’ de su pasado romano, medieval y prehistórico que interferían en nuevas construcciones —desde edificios de viviendas a carreteras— y, al final, han vuelto a ser sepultados o, lo que es peor, han quedado a la intemperie. Y eso que en la última década sólo se ha excavado una mínima parte de los 3.000 enclaves arqueológicos conocidos. A pesar de que historiadores y arqueólogos defienden que los descubrimientos se analizan y permiten desvelar datos de la vida de los primitivos pobladores, resulta difícil justificar las elevadas inversiones que cuesta cada excavación cuando no se rentabilizan los hallazgos.

En un momento de crisis como el actual, en el que el Patrimonio provincial está ‘por los suelos’, con más de una treintena de monumentos en la Lista Roja y un alto porcentaje que se cae a pedazos, es prácticamente imposible encontrar financiación para hacer visitables ruinas romanas y prehistóricas que, de haber aparecido en otro lugar y, posiblemente, en otra época, no habrían acabado bajo tierra.

 

Excavar y tapar

El último caso es el de Ad Legionem, un ‘vicus’ de 40.000 metros cuadrados, donde hace 2.000 años se asentó la población civil (unas 5.000 personas) vinculada al campamento de la Legio VII. Primero entorpecía el vial de conexión entre la Lastra y Puente Castro, más tarde fue sepultado bajo toneladas de arena y bolas de hormigón y ahora ha vuelto a ser excavado para meter 40 metros de colectores en el barrio. Esta joya, única en España, ha quedado ‘escondida’ con permiso de la Junta, a pesar de que en su dictamen reconocía la importancia de estos vestigios y llegó a pensar en declararlos BIC. Excavar Ad Legionem, descubierta durante las obras de la Ronda Sur, costó 450.000 euros; y taparla, otros 49.000 euros.

Algo parecido ocurrió en Lancia, para prospectar 40.000 metros cuadrados de la primitiva ciudad astur y cubrir ‘temporalmente’ los hallazgos. Patrimonio prohibió al Ministerio de Fomento —responsable de la autovía León Valladolid, trazada sobre estos restos romanos— que se ocultasen, dada su trascendencia histórica y arqueológica. La Unesco recibió más de 10.000 firmas en la primavera de 2011 a favor de la pervivencia de este yacimiento. La excavación de Lancia sacó a la luz alrededor de 200 tumbas, parte de una calzada (posiblemente la vía que unía Legio VII con Caesaraugusta), un horno circular del año 377 y una gran construcción que bien podrían ser unas termas. En la excavación arqueológica de Marialba de la Ribera, la Fundación del Patrimonio Histórico —hoy prácticamente inoperativa por falta de liquidez—, invirtió 233.000 euros. Salieron decenas de enterramientos y restos de construcciones aledañas a la mayor basílica paleocristiana de la Península. Existe desde hace años un proyecto para musealizar los restos, obra del arquitecto Melquíades Ranilla, para el que no hay presupuesto.

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