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Imagen de uno de los cuadros de la muestra de Bernesga.

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m. cuevas | león
León

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En el mundo del arte los veranos son para las colectivas. Cuando llega el calor estival las galerías hacen recuento de sus artistas y muestran lo más destacado de su obra en exposiciones llenas variedad e interés.

La sala de arte Bernesga mantendrá durante los próximos meses una muestra en la que destaca por derecho propio la presencia de obras de Vela Zanetti, concretamente hay un interesante cuadro de Don Quijote y Sancho que quizá sirvió al pintor como punto de partida para sus ilustraciones del Quijote publicado por la editorial leonesa Everest.

Figuran también obras de López Herrera, cuyos personajes están directamente emparentados con el circo y el cabaret, entendidos al modo de Toulouse Lautrec, aunque radicalmente distintos de los del ilustre impresionista gracias a su compromiso con la modernidad. La pintura que presenta Víctor López es delicada, bien hecha, realizada sin prisa, para que sus mensajes simbólicos lleguen al espectador y descubran tranquilamente sus múltiples significados. Destaca el tratamiento libre y vibrante del color, una luz intensa inmersa siempre en un espacio irreal. Por su parte Juan Gil se muestra como pintor hiperrealista, aunque esto no quiere decir que desdeñe la modernidad. Pinta de forma tan fácil que consigue siempre parecidos de calidad fotográfica. Pero el artista ni engaña ni se engaña, sabe que por encima de la fiel representación de los modelos está la verdad de la pintura.

Álvaro Reja es un pintor lleno de experiencia, de sapiencia, de oficio, artista que arranca del clasicismo más radical en cuanto a técnica, para crear un mundo imaginario, un universo más soñado que vivido, en el que niños y mayores juegan a ser felices con inocente placidez y casi insolente felicidad. Los que comentan la obra de Evaristo Navarrete nos engañan. Nos dicen que es un pintor naïf, y nada más lejos de la realidad. Navarrete es un artista capaz de llenar sus cuadros color, de fantasía, de imaginación… podrían decirnos que es un pintor mágico, pero nunca un naïf. Para pertenecer al mundo de los ingenuos, no hace falta conocer la técnica, no hay que saber de composición ni de perspectivas, todo vale. Pero Navarrete es un pintor con todos los sacramentos.

Y cierra esta nómina de pintores para el verano el artista asturiano Carlos Cobián, un enamorado del agua. En sus cuadros el líquido elemento siempre tiene un protagonismo importante. Unas veces como elemento que adorna las perspectivas de unos cuadros dedicados a los paisajes urbanos, y otras como personaje inevitable en sus visiones de los horizontes marinos. Pero, una vez señalada esa seña de identidad, hay que decir que Cobián es artista de dibujo fácil y pintor que sabe emplear a la perfección los colores, sobre todo en la maravillosa luz que impregna la mayoría de sus cuadros y que refleja perfectamente ese instante mágico del atardecer.

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