Diario de León

Javier Castaño torero

«Estoy viviendo y disfrutando mi momento más feliz como torero»

Fueron las corridas ‘duras’ las que le devolvieron al circuito taurino y le esperan más de una decena de citas en las grandes ferias de la temporada con los miuras y los victorinos, en varias plazas de responsabilidad. Disfruta de su profesión y no vuelve la cara al riesgo. «Hay que tenerlo asumido».

Javier Castaño ha conseguido importantes triunfos con las ganaderías más duras.

Javier Castaño ha conseguido importantes triunfos con las ganaderías más duras.

León

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El lunes se las verá con el encierro de Miura en Pamplona. Volverá a encontrarlos en Mont de Marsan y Beziers. Y tiene victorinos para Santander, Málaga y Albacete. Y cuadris en Azpeitia... Javier Castaño (Cistierna, 1980) tiene por delante una intensa temporada en la que despachar las corridas más duras. A este leonés de nacimiento, salmantino de herencia, de vivencia y de tauromaquia, se le ha alabado siempre un incontestable valor, pero también un temple que tiene más mérito frente a estos toros. Ha madurado como torero y como persona (es padre de una niña de dos años), y en sus trece años de alternativa ha conocido todas las caras del toreo. La popularidad y el olvido. El triunfo y la enfermería. Ninguna ha conseguido cambiar su sencillez ni su cercanía. Ni la confianza en sus posibilidades.

—Otra temporada en lo alto, pero también en lo más duro del toreo. ¿Cómo ha ido hasta ahora?

—Me hubiese gustado que hubiera más triunfos, en Valencia y Zaragoza el fallo con la espada lo impidió. Sevilla fue bien y en Madrid no salieron las cosas como hubiera querido. Pero queda mucha temporada por delante y estoy en buen momento.

—Quedan las ferias del toro, y las citas con Miura y Victorino.

—Sí, hay muchas corridas importantes en ferias de muchísima responsabilidad. Con ganaderías duras, pero estoy contento de poder estar en este circuito.

—Le ha cogido el tranquillo a los miuras. ¿Qué destaca de la ganadería?

—En poco tiempo he matado casi cincuenta toros de Miura, y desde el principio he tenido buena sintonía. Los triunfos más importantes han venido de su mano.

—Lo que está claro es que todo el mundo respeta a quien se enfrenta a esas ganaderías.

—Sí, los profesionales saben que matar ese tipo de corridas cada tarde y tener regularidad no es fácil. Te plantean muchísimas dificultades, además en las ferias más importantes, que es donde sale el toro más grande.

—¿Le gustaría alternar con otras más ‘comerciales’, que le permitieran hacer otro tipo de toreo?

—Sin dejar de matar estas corridas, que han sido las que me han devuelto al circuito de las ferias y me han hecho disfrutar de mi profesión, sí me gustaría matar otras ganaderías y alternar con las figuras. Pude hacerlo al principio de mi carrera, y ahora me gustaría compaginarlo.

—Las crónicas de sus faenas hablan siempre de valor, eso ha sido una constante en su carrera; pero sobre todo de temple. ¿Se puede torear con temple a las ganaderías duras?

—El mérito es ese, tratar de matar esas corridas sin ir a la plaza a defenderte. Tener tu concepto del toreo y hacer lo que tu sientes aunque haya tardes que no te lo permitan. Pero al toro que lo acepte, hacerle el toreo bueno. Ahí está la dificultad.

—Donde le tienen admiración y respeto es en Francia. ¿Qué le ha dado la afición francesa?

—Es una afición con muchísima personalidad, sabe perfectamente lo que quiere ver. A la hora de contratar a un torero no se fijan en el escalafón ni en el número de corridas que lleva, eso dice mucho de ellos. Me han dado mucho, desde el primer momento confiaron en mi, la tauromaquia que he intentado desplegar ha sido del gusto de la afición francesa y me abrió de par en par las puertas de todas sus ferias. Estoy muy agradecido.

—¿Fue fundamental ese triunfo en las ferias francesas para recuperar tu sitio, para que volvieran a fijarse en usted?

—Sí, fundamental. El primer toque de atención fue Zaragoza y los primeros que llamaron fueron empresarios franceses, de Vic Fezensac y Céret. Después de triunfar allí vino la confirmación en Nimes con Miura, y al año siguiente ya estaba en todas las ferias de Francia.

—Antes había pasado unos años difíciles. ¿Cuál ha sido el secreto para mantener la afición, para no aburrirse del toreo?

—Cada momento hay que vivirlo como viene. Cuando toreas poco y lo ves negro lo pasas mal, pero sabes que esta profesión puede cambiar en cualquier momento. Salgo todos los días a entrenar para estar siempre preparado y aprovechar la oportunidad cuando llegue. Lo que pensaba entonces es que estaba fuerte y no había dicho todo lo que podía en la profesión. Afortunadamente pude demostrarlo.

—¿Cómo ha sido su experiencia en América?

—Buena. En trece años de alternativa había ido poco, y en los dos últimos años he participado en ferias importantes, a las que siempre van las figuras. Es una experiencia muy bonita.

—Desde sus inicios ha conquistado su espacio a base de exponerse mucho, y de no pocos percances. Sigue arriesgando igual. ¿Es el único camino?

—Es algo que tienes asumido. Sabes que en temporadas largas y matando corridas tan duras es muy raro que no vayas al hule. Si lo tienes asumido se hace un poco más fácil, entre comillas.

—¿Cómo ha evolucionado su toreo en estos años?

—He ido madurando. Al principio no tienes ni la experiencia ni la técnica necesaria. Con el tiempo te vas dando cuenta de las cosas, aprendes de los errores y tratas de tener más amplitud en tu tauromaquia para que pueda servirte un porcentaje muy alto de toros. En lo que más he evolucionado es en eso, en que me puedan servir el 90% de los toros.

—¿Cómo va la carrera taurina de su hermano Damián?

—Bien, está en su momento, falta que le den su responsabilidad y que llegue su oportunidad. Porque la aprovechará, está en el momento para que lo vean.

—¿Cuál es el momento actual de la fiesta, los aficionados la defienden suficientemente?

—Complicado. No sé cuál es la solución, pero desde dentro se ve que la situación es difícil, por muchas cosas. Las crisis se ha llevado muchísimos festejos, y la gente no acude tanto a las plazas. En los tendidos no ves mucha gente joven. Y ese es nuestro futuro, es preocupante.

—Vive en Salamanca, ¿sigue habiendo muchos jóvenes que se acercan a la escuela porque quieren ser toreros?

—Es una tierra que vive mucho el toro, y sigue habiendo muchos chicos que quieren ser toreros. Quizá en otras zonas donde no se vive tan de cerca se pierde un poco.

—Siempre hay un caso ‘raro’ como el suyo...

—Mis padres son de Salamanca, mi padre muy aficionado y siempre veníamos a las fiestas de estos pueblos. Si no, también hubiese caído en saco roto.

—¿Qué le pide al futuro?

—Seguir disfrutando de la profesión. Es el momento en el que más feliz me encuentro como torero, lo que pido es seguir como hasta ahora. Y a esta temporada, que lleguen los éxitos que espero.

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