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Yagüe revive el pasado colonial en ‘La última princesa del Pacífico’

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concha carrón | madrid
León

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La antigua colonia española de Filipinas ha sido el marco elegido por la guionista Virginia Yagüe para ambientar La última princesa del Pacífico, una novela en la que la revolución histórica de 1898, y la pérdida de las colonias, corre en paralelo a la «revolución interna» de su protagonista.

«Me resultaba muy evocador unir la revolución histórica de ese momento -con la pérdida de las colonias de Filipinas, Puerto Rico y Cuba- con la evolución personal» de Carlota Díaz de la Fuente, asegura Yagüe en una entrevista con Efe.

Para la escritora, el eje principal de la novela es el recorrido de toma de conciencia de un personaje «que pasa de una ingenuidad, que tiene mucho que ver con una mujer joven de finales del siglo XIX, a tomar una conciencia vital, personal y amorosa, en paralelo con lo que está ocurriendo a su alrededor».

Tierra de contrastes

En La última princesa del Pacífico (Planeta), Carlota Díaz de la Fuente es solo una niña cuando, a finales del siglo XIX, su familia se traslada a Filipinas, la colonia española más exótica «pero también la más olvidada», una tierra de contrastes, lluvias torrenciales y exuberante vegetación en la que se convertirá en una joven culta y dónde vivirá su gran historia de amor.

Su despertar a la vida coincide con el Desastre del 98 y el despunte de una revolución y un movimiento de insurgencia que pugna por la independencia de la metrópoli española, una circunstancia a la que la protagonista deberá enfrentarse y que provocará una profunda transformación no solo en la colonia, sino en ella misma. La reconocida guionista, creadora de la serie La señora y de otras como Amar en tiempos revueltos, asegura que quería que el recorrido vital de la protagonista estuviera unido «al recorrido que hace la propia Filipinas», una tierra a la que viajó para empaparse «de su atmósfera» y poder narrarla así mejor.

«Filipinas sigue siendo un país muy exótico y exuberante; eso sí que no ha cambiado», asegura, aunque reconoce que «queda muy poco de la Filipinas de esa época».

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