Diario de León
Publicado por
RAFAEL SARAVIA
León

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Se nos mueren tantas cosas estos días, que uno ya no sabe a quien llamar para firmar esta columna, ya no sabe qué hacer uno para darle notoriedad al dolor que transita por estos ojos de tinta.

Ayer mismo se nos murió el verano. Con toda su extrañeza y sus descolocados cambios de humor. Ayer mismo se nos vino a la memoria la muerte del exceso y su apetito fálico, un tal Sigmund Freud. También ayer se nos apareció, como homenaje a su desaparición un 23 de septiembre de 1973, el hombre alimentado que escribió: «Amor, no amamos,/ como quieren los ricos,/ la miseria. Nosotros/ la extirparemos como diente maligno/ que hasta ahora ha mordido el corazón del hombre».

Otros hombres, otras cosas andantes, escribieron hace poco en algún diario, como elogio al amo: «Que muera un pobre es importante para los familiares pero que muera un rico es trágico para España». Lo escribió con las mismas letras que elevó nuestro admirado Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, es decir, nuestro querido Pablo Neruda. Comparen versos. Los expuestos en el párrafo anterior, o los de éste, esos que ciertos engendros mediáticos vomitan sobre el papel, manchando cada una de las letras con que el lenguaje nos construye como ciudadanos.

Se nos mueren las energías del ayer, pero hemos de mirar cada luz en su justa manera. El hoy y el futuro nos pertenecen de la misma manera que lo hizo el pasado, es decir, de ninguna de las maneras. Por eso, en nuestro afán de no pertenencia, podremos encontrar el descanso. La esperanza.

Ayer murió el verano, pero hoy nace el otoño. Tal día como hoy nació la posibilidad del brindis; Arthur Guinness, cervecero irlandés, nos dejó casi de manera visionaria el nacimiento en nuestra tierra de Los Cuatro Leones con los que compartir a partir de hoy la espuma de los días.

Muy a la manera de Boris Vian, nació también un día como hoy uno de los pocos hombres que paseó por la luna sin necesidad de metáfora, un piloto con las fronteras amplias, el astronauta John W. Young. Por todo ello, sabemos que lo que viene da posibilidad. Sabemos que al despedirnos de lo anterior conformamos un camino y su historia. Por todo ello queremos memorizar que en la vida, continuar aprendiendo es avanzar; es un derecho.

Y si no lo fuese, ahí debemos estar para reconducirlo. A la manera del que resiste y no olvida. A la manera del que asume su lado. A la manera de Silvio Rodríguez: si saber no es un derecho, seguro será un izquierdo.

Me despido con ganas de andar. Con ganas de caminar hacia la no vergüenza. Me despido sin malicia intentando no despertar a nadie en mi tránsito hacia el día siguiente. Sabiendo que en la televisión a veces nos tropezamos hasta aplastar el más mínimo atisbo de verdad y conocimiento. Ríanse; o descansen en paz en sus cómodos sillones. Yo comienzo un viaje en breve hacia las antípodas del patetismo.

Firmado: Q.D.E.P.

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