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La sombra del Che es alargada

Martín Guevara, sobrino del mítico Ernesto Che Guevara, presenta hoy en León ‘A la sombra de un mito’, autobiografía con una mirada descarnada de la Cuba de Fidel Castro.

Martín Guevara es hijo del hermano menor del Che, Juan Martín Guevara, y actualmente reside en León con su familia.

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ana gaitero | león
León

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Martín Guevara descubrió a los diez años que tenía un tío «tan famoso como Sandokan, mi héroe de las novelas de Salgari». Había muerto y su rostro poblaba las calles de La Habana. En aquel país invocaban su nombre como si fuera un dios del olimpo: «Pioneros por el comunismo. ¡Seremos como el Che!», era la consigna de la escuela primaria.

Llegó a Cuba en 1973 con su padre, su madre y los dos hermanos. La familia había salido de Argentina, «de vacaciones», dijeron a los críos. Volaron desde Santiago de Chile rumbo a lo que en realidad sería un largo exilio y les alojaron en unas habitaciones del hotel Habana Libre como invitados del gobierno de Fidel Castro.

Así empezó su vida a la sombra de un mito y lejos, cada vez más lejos, de su padre. Martín Guevara, el primogénito de Juan Martín, el hermano pequeño del Che, era asmático igual que el tío. Poco a poco empezó a distanciarse de la liturgia revolucionaria que se inculcaba en todas partes y se convirtió en un Guevara díscolo.

A la sombra de un mito es una autobiografía que le ha servido a la vez de terapia y de reconciliación con el Che. Pero no con quienes como Fidel Castro han «utilizado en su beneficio los sentimientos más profundos de las personas humildes de todo un pueblo».

«Me alejé de la sombra de mi tío, viví otra vida en ambientes donde pocos sabían quien era el Che y a nadie le importaba, y, hoy, paradójicamente, lo recupero para explicar mi vida», apunta en el epílogo.

El libro recorre, con la mirada descarnada de un niño-adolescente-joven, la Cuba de las desigualdades y los privilegios vividos en primera persona por el hecho de ser familiares del mito. «Los cabeza de familia cubanos debían trabajar tres años en la construcción, el Bachiplan, la construcción de edificios prefabricados para poder obtener uno de aquellos departamentos que a nosotros nos daban sin mayores trámites», relata.

Es uno de los numerosos episodios de la vida cotidiana que el autor acerca con tópicos del realismo mágico o de lo real maravilloso de Alejo Carpentier «con el substancioso agregado de la revolución cubana, experimento único en el hemisferio, que dura más de medio siglo y que ha atravesado y ofrecido una amplia gama de sustentos ideológicos, comportamientos, justificaciones y políticas tanto exteriores como internas».

Una revolución que para él cuenta con «dos comunes denominadores a lo largo de todos estos años: el enfrentamiento a Estados Unidos y la permanencia proverbial en el poder de sus gobernantes».

Una mirada crítica que se distancia del Che «revolucionario y violento» y se acerca al tío que dejó como mejor legado a sus hijos un mensaje de justicia: «Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Esa es la cualidad más linda de un revolucionario».

Martín Guevara habla, como el Che, de un «hombre nuevo, una sociedad ejemplar» pero es su objetivo con este libro que el ideal que comparte con el mito «sea posible y perdurable desde la paz, la reflexión, la concordia y la potenciación de la libertad del individuo como último responsable en el destino de la masa, como primer ente constructor de la gestión social».

El sobrino ‘leonés’ del Che presenta hoy su libro y firmará ejemplares en un acto que cuenta con la colaboración de la Asociación Argentina para la Integración y el Desarrollo (Ahaid) y la Fundación Sierra Pambley.

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