Cristina Robles ‘maga caléndula’
«La magia te puede salvar de casi cualquier situación»
Esta leonesa que acaba de ofrecer su espectáculo ‘Pequeñas ilusiones’ en el Espacio Vías de su patria chica, triunfa cada fin de semana en Madrid llenando de asombrado público la Sala Off de La Latina.
Una maga es una suerte, porque uno puede hablar con sus amigos y acordarse de Julio Cortázar. Pero, incluso más, si hay magia de verdad, si es de las que está en el otro lugar del lado oscuro del corazón, es todo un arte a rescatar: «(Y en esto los hay irreductibles) porque no les perdonan, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar, pierden el tiempo...», dice la película. Lo que pasa es que esto no es un largo de Subiela sino una historia de verdad de una chica que dejó un mundo de empresariales, márketing, comunicación, etc., para pasar al lado de la imaginación. Y perdimos una ejecutiva (hay tantas), para ganar una artista con duende (especie en extinción).
Ella vuela tan bien, en bici y en literal, subida a su vida: Maga Caléndula, Cristina Robles, magia en La Latina. Y el 4 lo hizo también en su tierra, en el Espacio Vías, en uno de los mejores espectáculos del género que se han podido ver en estos días navideños de León. No estuvo en el Festival de Magia porque ya actuó otro año... Pero esto no es una cuestión protocolaria sino que tiene la magia de la Maga Caléndula, una ilusión del barrio de San Claudio. Por cierto, un lugar en el que ni la magia tenía truco. Pero de ahí salió ella. Ahora triunfa en la Sala Off de La Latina de la capital de España.
—Una artista que es una luna creciente, ¿cuándo vio la luz? Quiero decir: ¿Cuándo decidió acertar y apostarlo todo por la magia?
—Aunque hago magia desde hace mucho, hasta hace sólo dos años no decidí dedicarme por entero a ella. Tampoco te creas que fue una decisión fácil...
—El márketing, las relaciones públicas, etc., ¿tenían más truco que la magia?
—Había estudiado para ello. Y trabajado en diferentes sectores, de comunicación, formación... Pero la magia estaba ahí. Y hay un momento en el que ya me lancé a hacer actuaciones.
—Ahora en la Sala Off de La Latina triunfa durante los fines de semana, lo cual no es ninguna tontería...
—Estoy muy contenta y es una suerte. Porque en Madrid hay mucha oferta y poder estar en un teatro importante es una oportunidad que hay que aprovechar. Y está yendo muy bien. El espectáculo gusta y cada vez viene más público.
—¿Parecido a lo que vimos en León?
—Sí. Yo lo que quiero es entretener, distraer, hipnotizar, engañar . Y por mi parte hacerlo muy bien, con un nivel de concentración máximo.
—¿Hay que ser un niño para creerse todo eso?
—No. Yo creo que esto es para todas las edades. Incluso muy pequeños o muy mayores. El primero que se lo tiene que creer es uno mismo, o sea yo. Como no ocurra eso, los de abajo pasan de ti.
—Entonces, ¿lo de la magia tiene mucho de imposición ante el público?
—De pequeña era muy tímida. Y subir al escenario me ha servido. La magia tiene ese punto de que te sirve para muchas cosas. La magia te salva de todas las situaciones. Y no me refiero sólo a las del escenario...
—Los magos son como un club un poco privado, secreto... ¿Se cuentan todo?
—En la sociedad mágica te encuentras mejor que en ningún sitio. Hay gente de todo tipo. Porque tienes que pensar que el 80 por ciento de los magos no actúan, no muestran su trabajo. Ahí se habla, se comparten experiencias, actividades, conferencias... A mí, actuar para magos me da pavor.
—Y, a todo esto, ¿en su casa no hubieran preferido una profesión más estándar?
—Mi madre me decía que dejase de perder el tiempo. Cuando hace dos años empecé a dedicarme en exclusiva a la magia sí que me apoyó. Me había visto actuar y le gustó. La magia es lo mejor que he hecho en mi vida. Es una salida a otro mundo exterior. Y, para mí, el máximo placer es mostrarlo.