Los minusválidos también follan
El documental ‘Yes, we fuck!’ muestra las relaciones sexuales de discapacitados.
No quieren que se les trate como niños. Por eso, los creadores del proyecto-documental Yes, we fuck! han decidido mostrar sin tapujos cómo las personas discapacitadas -ellos prefieren hablar de «diversidad funcional»- mantienen relaciones sexuales.
«La sexualidad es precisamente la característica menos esperable en un niño», explica Antonio Centeno, coautor del proyecto junto a Raúl de la Morena. Ambos eran conscientes de que el uso de imágenes explícitas les restringiría difusión comercial, pero asumieron el riesgo porque creen que es necesario «sacudir a la gente» e «instalar imágenes en sus cabezas» para que la conciencia colectiva se nutra «de esas otras visiones de las personas con diversidad funcional».
Centeno asegura que la intención no es decirle al espectador cómo son las cosas, sino obligarle a «hacerse preguntas» y cuestionarse sus ideas previas sobre esta realidad.
Para completar la financiación del documental sus creadores han recurrido al crowdfunding , y tienen hasta el 28 de enero para alcanzar los 12.000 euros. «Buscar un productor para el documental podía suponer un precio elevado», explica Centeno en referencia a la libertad creativa. No en vano, ya tuvieron problemas de censura con Facebook, que eliminó su página por contener imágenes demasiado explícitas, aunque ya han podido solucionarlo.
Entre los apoyos que sí ha recibido «Yes we fuck!» destaca el del eurodiputado de Podemos Pablo Echenique, que dio a conocer su aporte a través de las redes sociales, aunque Centeno aclara que también «ha habido otros políticos que han contribuido y no lo han hecho público». El documental consta de seis historias que muestran que el sexo puede ser «un arma de placer en pro de los derechos individuales y colectivos de las personas», según reza la descripción del proyecto en la plataforma Verkami.
Con las cinco primeras ya rodadas, el equipo de Yes, we fuck! persigue que la sexta sea una aportación de personas ajenas al proyecto, que ellas mismas graben sus experiencias y envíen sus vídeos.
«Esta última historia está tardando un poco más por dificultades de encontrar a las personas», reconoce el creador, ya que aparte de estar de acuerdo con la ideología y la propuesta política que hay detrás del documental, es necesario que la gente quiera contribuir «con ese acto de poner el cuerpo».