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Las gárgolas también avisaron

Las últimas partidas de la Junta han ido a las vidrieras, pero hace dos años que no invierte nada.

Un bombero entrega al administrador de la Catedral, Mario González, un fragmento del vierteaguas que se precipitó contra la plaza de Regla.

León

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Las gárgolas avisaron. El desplome de dos de ellas en diciembre de 2006 puso en evidencia la desidia de la Junta hacia el primer monumento de la capital leonesa y obligó al Gobierno autonómico a abrir una línea de restauraciones.

Ahora la historia se repite. El desprendimiento de parte de una cornisa de la Torre Sur, cuya última rehabilitación se produjo hace dieciséis años, exige revisar de urgencia cientos de elementos decorativos de la fachada, así como el estado general de un edificio que lleva dos años esperando una subvención de la Junta. Las últimas partidas procedentes de los presupuestos autonómicos se han destinado al Sueño de la Luz; básicamente, a la recuperación de las vidrieras. Sin embargo, la Catedral necesita continuas obras de mantenimiento, que en los dos últimos ejercicios se han sufragado con la entrada que pagan los visitantes. Pero no ha habido grandes restauraciones. La fachada principal, de hecho, lleva seis años sin estatuas, después de que su delicadísimo estado de conservación aconsejara apearlas. La Catedral es un ‘edificio en el aire’. La piedra de Boñar ha dado quebraderos de cabeza desde la construcción de la Pulchra. La fragilidad de un edificio que sacrificó la solidez por la luz exige extremar los cuidados, que la Administración ha escatimado con la excusa de la crisis, aunque sí ha habido dinero, por ejemplo, para poner ascensor en la catedral de Valladolid.