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EL ESTADO DEL PATRIMONIO

El Taller de Vidrieras pasa de reparar 400 metros cuadrados en la Catedral a sólo cuarenta

Llegó a tener diez trabajadores en 2007, el año pasado eran cinco y ahora son tres

Parte del vitral medieval, el llamado Norte-XIII, en el que actualmente trabajan los especialistas del Taller de Vidrieras

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E. GANCEDO | LEÓN
León

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En el mismo edificio del Seminario Mayor donde se afanan los profesionales del Taller de Restauración de Patrimonio —allí se reparan todo tipo de tallas, retablos y pinturas de la Diócesis de León—, con unas pocas paredes de por medio, se encuentra el Taller de Restauración de Vidrieras, dedicado exclusivamente a los vitrales de la Pulchra Leonina, conjunto artístico e histórico único en el mundo. Un espacio de trabajo que vivió épocas de enorme actividad y que en estos momentos ha caído tanto en superficie de vidrieras restauradas como, sobre todo, en cuanto al número de expertos que allí despliegan una labor enormemente delicada y especializada. Así, tal y como explicaba una trabajadora del centro, «hemos pasado de restaurar 400 metros cuadrados de vidrieras a los 40 que nos ocupan actualmente».

Y la causa de este declive es, por una parte, el gradual descenso en las cuantías económicas aportadas por el Gobierno autonómico desde 2006, año en el que arrancó el primero de los tres convenios (firmados primero con Caja España y después con esta entidad bancaria y también con el Cabildo) enmarcados dentro del proyecto El Sueño de la Luz. Y, por otra, el hecho de que las fases de ese convenio no sean continuas y no se enlacen unas a otras, propicia la existencia de ‘parones’ que motivan no poca inseguridad laboral en los trabajadores del taller —alguno ha permanecido ‘en dique seco’ hasta un año y medio— y que actúa en contra de una acción constante y profesional en beneficio de los vitrales catedralicios, algo que por definición ha de ser prolongada y duradera en el tiempo.

Así piensan los, actualmente, tres trabajadores de un espacio que llegó a contar con diez especialistas estables, más la ayuda de algún becario, en 2007. Sin remontarnos tan atrás, durante los meses de mayo y noviembre del año pasado, con motivo de la restauración de la famosa vidriera La Cacería, eran cinco los profesionales contratados. Y es que el convenio suscrito dentro de la primera fase del proyecto El Sueño de la Luz (2006-2009) ascendía a algo más de cuatro millones y medio de euros; el segundo (2010-2013) se firmó por un millón y medio de euros y el actual, del que ya se apeó Caja España —y que no es convenio en cuanto tal, ha sido ‘pactado’ o ‘prometido’ en vez de firmado— suma 900.000 euros según fuentes de la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León. Eso sí, repartidos en entregas de 150.000 euros, la primera de las cuales ha servido para arreglar la vidriera que ocupa actualmente a los expertos del taller, la Norte-XIII, ubicada al lado de La Cacería.

Y así, aparte de la aguda disminución presupuestaria, el problema estriba en que la empresa de la que depende el taller no cuenta con ninguna confirmación oficial, al cien por cien, de que podrán seguir trabajando. «Vivimos al día —confirmó José Antonio Campo, responsable de la empresa Esoca—, nuestro futuro es siempre incierto y en principio, oficialmente, no sabemos si podremos restaurar la siguiente vidriera que toca, la Sur-XIII». Por eso se afanan en el vitral que centra sus trabajos de limpieza y recomposición, una espectacular obra del siglo XIV y que previsiblemente estará terminada en el mes de junio.

«El dinero para la Catedral, por desgracia, siempre ha ido a menos, pero para mantener un buen ritmo de trabajo (y vislumbrar la culminación de estas labores, aún quedan más de 600 metros cuadrados por restaurar), deberíamos contar, al menos, con cinco especialistas fijos», aclara uno de los trabajadores del Taller. La Pulchra, el edificio gótico que contiene la cantidad y variedad de vidrieras antiguas más destacable del mundo, lo merece.

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