PATRIMONIO
Cuando las piedras cantan
Desde Alfonso XIII, que abrió una cuestación para San Isidoro, los monumentos han conseguido movilizar a los leoneses, que han pagado restauraciones ‘a escote’ y han salido a la calle para defenderlos.
El desplome de una gran piedra de la Catedral ha reabierto el debate sobre su estado de conservación y ha puesto en cuestión no sólo a los ‘guardianes’ del Patrimonio, sino a la propia sociedad leonesa por su «falta de implicación».
Sin embargo, los leoneses sí se han movilizado cuando los edificios emblemáticos de la ciudad corrían peligro. Han salido a la calle a protestar y han aportado dinero para su restauración. La responsabilidad de monumentos como la Catedral recae en la Junta, con plenas competencias en Patrimonio, y el Cabildo, como propietario, pero los ciudadanos, que financian ambas instituciones a través de sus impuestos, han contribuido en momentos puntuales con aportaciones ‘extraordinarias’.
Alfonso XIII —cuyo segundo nombre era León— abrió una cuestación para salvar la colegiata de San Isidoro de una ruina inminente. Aunque la fortuna del monarca rondaba los 144 millones de euros, según algunos historiadores, su aportación se limitó a mil pesetas para la joya del románico. Fue el arquitecto conservador del templo, Juan Bautista Lázaro, quien puso en marcha en 1906 lo que ahora se denomina crowdfunding. Estimaba los trabajos de restauración en «más de 5.000 duros (150 euros)». «Espero que León responderá en la medida de sus fuerzas, contribuyendo a la suscripción que quiero hacer en pro de la restauración de una iglesia que es uno de los documentos de piedra más interesantes de su historia». El arquitecto, paralelamente, pedía a los vecinos dinero para costear las 15.000 pesetas (90 euros) en que había calculado la restauración de la torre de las campanas de la Catedral.
En 1992 el Cabildo presentaba un plan de mecenazgo denominado ‘Salvemos la Catedral’, cuya primera misión era la creación de un equipo estable de mantenimiento del templo gótico. Una exposición mostraba el lamentable estado del edificio y una gran urna recogía los donativos de los visitantes. Particulares, bancos, empresas e instituciones hicieron aportaciones. La iniciativa fue finalista al Premio Europa Nostra. Luego se sumó el Gobierno, que aportó 15 millones de pesetas (90.000 euros), la mitad de la recaudación del primer año. La protección con mallas de las vidrieras, la restauración de la verja y la creación de un taller de restauración permanente, integrado por quince trabajadores, fueron el destino de los fondos de aquella primera campaña. El maestro vidriero Luis García Zurdo, el director de la Escuela Taller de Restauración, Francisco Azconegui y el arquitecto territorial, Javier Ramos, fueron los promotores y Concha Casado, Miguel Cordero del Campillo, Salustiano López Contreras y Laurentino Vega de Castro formaron el consejo directivo.
Para mantener vivo el proyecto, en 1996 se creó el Premio de Pintura Salvemos la Catedral, con el Ayuntamiento, El Corte Inglés y Diario de León como patrocinadores. Una iniciativa que ha permitido ir salvando retablos, capillas y obras de arte del templo gótico.
Últimas protestas
León también se movilizó y consiguió paralizar la destrucción de los Principia (el cuartel general de la Legio VII), cuyos restos aparecieron en un solar de la calle San Pelayo donde estaba previsto construir un edificio de viviendas. El asunto sigue todavía pendiente de una resolución judicial.
Asimismo, los leoneses salieron a la calle en defensa del Patrimonio en 2006 cuando se desplomaron dos gárgolas de la Catedral. Los ciudadanos pidieron entonces la dimisión de las dos máximas responsables de Cultura; la de la Junta, Silvia Clemente; y la del Gobierno, Carmen Calvo.
Hace dos semanas, la caída de un vierteaguas desde 50 metros de altura, que se estrelló fuera de la verja que rodea la Catedral, ha obligado a la Junta a prometer un plan especial de mantenimiento y obras de emergencia en la Torre del Reloj, que comenzarán esta próxima semana.