León literario

L o hemos escuchado muchas veces y no por ello nos lo acabamos de creer. León y la literatura van unidos con una realidad aplastante que se desmorona delante de los ojos de los ciudadanos que no acaban de ver la evolución esperada en este campo.

Hemos ido creciendo sin querer, no por gracia expresa de las instituciones que han de velar por un mundo más crítico y formado, sino por pura delicia innata en el mundo de la poesía, el relato, la novela, el teatro o el periodismo.

Sin duda si por algo se conoce León en el resto de España e incluso fuera, es por sus montañas, su bastión literario y su catedral.

Son muchos los guiños positivos que en el último año hemos vivido en pro de la literatura en nuestra ciudad, El Pasquín o el Laboratorio poético por parte del Ayuntamiento, Encrucijada de poetas por el Musac, la increíble labor de las Bibliotecas y de los bibliobuses en nuestra provincia, y sin duda una enorme entrega altruista por parte de colectivos ciudadanos y asociaciones que han dejado León salpicado de sublimes rincones literarios como el Ágora de poesía, el Ateneo Varillas, o las lecturas animadas por ínclitos del amor poético como las organizadas por la dama que responde al bebedor de versos o las tardes líricas de domingo en el Plaza Conde.

Tal vez por eso, no sorprenda que varios miles de personas protesten enérgicamente por el ERE de la editorial más internacional de nuestra provincia. Everest supone un baluarte en el tejido industrial de nuestra ciudad, pero también es una ventana de lo que somos.

León es literario, es innegable, por eso sabe a poco que desde todas y cada una de las instituciones públicas que conforman nuestra provincia, no se haya creado un plan estratégico en ese sentido. Everest debe seguir siendo buque insignia de lo que representamos fuera. La implicación por parte de toda la ciudadanía así lo exige. Tanto las instituciones como los empresarios, han de saber que la importancia de Everest, trasciende de sus propios intereses, y tienen una obligación más allá de los meros resultados económicos.

La viabilidad de una empresa que ha sido puntera, no puede desaparecer de la noche a la mañana, entre todos se ha de buscar una solución para que la crisis no sea más que una mala marejada y no se convierta en un hundimiento catastrófico.

Sería bueno recordar que Andalucía, que a través de Granada se ha llevado el reconocimiento de la Unesco como Ciudad Literaria, tiene en funcionamiento un Centro Andaluz de las Letras para la difusión de sus escritores y las letras en general. Aragón también tiene un Centro del Libro que fomenta y potencia sus letras.

Sin duda Castilla y León y en especial León, han de comprender que la literatura genera una industria imprescindible para nuestra región. Turismo literario, cultural y de élite es lo que tenemos, pero sin los apoyos necesarios para competir y generar una imagen de primera división. El coste es ínfimo, pero las limosnas no valen. León Literario es un lema serio, es una necesidad para nuestra ciudad.