Diario de León

CULTURA

La Cátedra se cae a falta de una firma

La famosa preceptoría de Lois, muy deteriorada, depende sólo de un trámite del Obispado para ser sede del Instituto Bíblico.

Vista de la casona que durante siglos acogió la célebre Cátedra de Lois.

Vista de la casona que durante siglos acogió la célebre Cátedra de Lois.

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e. gancedo | león
León

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Si Lois es famoso en medio León debe sin duda esa popularidad —aparte de a su iglesia, la ‘Catedral de la Montaña’, a sus casonas y al monumental paisaje que lo rodea—, a la Cátedra, esa universidad montañesa que constituía la única oportunidad de estudio y formación superior en estos arriscados valles. Recientemente esa institución a la que tanto deben muchos de nuestros paisanos ha sido objeto, directa o indirectamente, de diversos homenajes y estudios: en agosto de 2013 se rindió multitudinario homenaje a dos prohombres de Lois, Alonso Rodríguez Castañón y Pedro Manuel de Acevedo, pioneros de la RAE y de otras obras filantrópicas en el pueblo a lo largo del siglo XVIII, con discursos del presidente de la entidad y de los académicos leoneses; y el pasado verano la investigadora Marta Prieto sacó a la luz un exhaustivo libro sobre esta ‘villa ilustrada’ de la Montaña Oriental publicado por la editorial Rimpego.

En contraste con estas iniciativas, el propio edificio de la Cátedra presenta en nuestros días un aspecto enormemente deteriorado a pesar de su formidable arquitectura, tan representativa del estilo comarcal, con gruesos muros cortafuegos y galería tendida entre ellos. Cualquier persona que visite la población —y son muchas a lo largo del año por sus valores históricos y paisajísticos— puede darse cuenta de ese estado. Lo que quizá no sea de dominio público es que su salvación depende de labores puramente burocráticas. Porque en realidad existe un importante proyecto que podría devolver a este edificio el papel cultural de primer orden que desempeñó durante siglos. Y además con financiación poco menos que asegurada.

La idea es que la casona se convierta en la sede montañesa del Instituto Bíblico y Oriental de León, activa entidad dedicada al estudio de las primeras civilizaciones y del legado judeocristiano que en la provincia cuenta con aulas e instituciones en la capital y en Cistierna. Un plan que depende del visto bueno de la Diócesis legionense. «Hace alrededor de quince años el pueblo perdió un juicio frente al Obispado —explicaron desde la asociación cultural de la localidad— por lo que este edificio pasó a su propiedad. Actualmente la Cátedra se encuentra muy dañada, especialmente el tejado, por eso en su día llegamos a un acuerdo con el Instituto y con David Álvarez, propietario del grupo Eulen, para restaurarla y convertirla en sede de esa institución. El problema es que llevamos esperando seis años y el Obispado no se acaba de pronunciar, y mientras tanto el edificio sigue cada vez peor». Desde el gabinete de prensa de la Diócesis se ha aclarado que el auténtico caballo de batalla es «aclarar» la situación jurídica del edificio, dado que en principio aún seguiría perteneciendo a una fundación canónica que, aunque ya no registre actividad alguna, no ha sido extinguida en cuanto tal. En estos momentos, según esas fuentes, los técnicos del Obispado estarían tratando de desenmarañar esa telaraña legal.

La Cátedra de Lois, en su versión de lugar de estudio para futuros sacerdotes, permaneció activa hasta los años cincuenta, y desde entonces tuvo varios usos, tales como teleclub, biblioteca y casa parroquial.

Marta Prieto, autora del libro Lois. La Cátedra de la Montaña, explica que en el memorial escrito de puño y letra del fundador, Jerónimo Rodríguez Castañón, el 14 de julio de 1738, se establece cómo habría de ser esa cátedra o estudio de latinidad. «En el punto 12 indica claramente que el preceptor encargado de la misma tenía la obligación de vivir en Lois y por esa razón él dotaría a la fundación de una casa específica allí mismo, porque, dice, ‘si no, no la hay ni la encontrará’».

Una casa ‘del país’

Y reproduce Prieto las características que debía reunir: «Y ha de ser una casa al modo del país, con un cuarto para el maestro, otro por si tiene un huésped, otra pieza para la enseñanza de los muchachos que tenga la capacidad necesaria para los que pueda tener, y demás oficinas necesarias de cocina, caballeriza o establo, como allá se llama». Y continúa: «Suplico al Concejo y lugar de Lois se sirva conceder el sitio para fabricar dicha casa en lugar cómodo y que asistan a acarrear los necesarios materiales para ella dando las canteras y la leña y madera necesaria de sus montes...».

«Sabemos que la casa había sido comenzada en vida de Jerónimo Rodríguez —prosigue Marta Prieto—, pero a a su muerte, el 12 de septiembre de 1742, no se había concluido aunque se hallaba muy adelantada. Cuando sus testamentarios otorgan la escritura de constitución de la fundación (el 27 de marzo de 1744), ya estaba terminada y amueblada. Mencionan lo que ha costado, 16.504 reales, y en esa cantidad se incluyen ‘los trastos de madera ejecutados para los estudios y el preceptor’».

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