Diario de León

«En la Catedral tiene que haber siempre andamios»

Las cresterías de la torre sur antes y después de la restauración de 1999.

Las cresterías de la torre sur antes y después de la restauración de 1999.

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ana gaitero | león
León

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«Cuando se empieza a hacer un catedral al mismo tiempo ya se está restaurando», aseguran los hermanos Seoane. Las claves de las buena conservación de un monumento de este calibre son la constancia, la continuidad y el equipo, profesionales que conozcan el edificio. «En la Catedral tiene que haber siempre andamios», subrayan.

Por eso les sorprende quedesde 1999, cuando se restauró la torre sur, los únicos andamios que se hayan puesto por la fachada sean los del hastial meridional, cuya misión no es hacer obras de restauración.

El andamio que se contempla desde la calle forma parte del circuito de visitas guiadas al templo, que constituye una de las fuentes de ingresos del Cabildo catedralicio.

La última restauración fue realizada por la empresa Geocisa y dirigida por el arquitecto Mariano Sáenz de Miera, a quien los canteros consideran uno de los técnicos que «mejor ha entendido la Catedral». Un año de laboriosos trabajos y poco menos de un millón de euros (158 millones de pesetas) costó la última intervención de relevancia que se ha hecho en los muros y torres del principal monumento de León.

Desde entonces, los Seoane no han puesto sus manos en la piedra de la Catedral. Ni ningún otro cantero. De esta última obra, Santiago Seoane está especialmente orgulloso de las letras, pináculos y cresterías.

La Catedral está construida con piedras de diversas procedencias, aunque predomina la de Boñar. La más antigua es de Valdesogo y luego Hontoria de Burgos. En la torre norte también hay piedra de Valdesogo. La de Boñar se puso después. En las últimas restauraciones se ha utilizado piedra de Novelda (en la sacristía), Sepúlveda (en la torre norte y los hastiales de la sacristía) y de Portugal (en las letras de la torre sur).

La piedra de Boñar se ha utilizado en muchas restauraciones y nuevas obras en las que han participado los Seoane. En León destacan la escalera prioral de San Isidoro y fuera de la provincia el monasterio de Yuso, los altares de Requena en Valencia, la fachada de las hermanitas de los desamparados en Madrid, las lápidas de Sigüenza, la Catedral magistral de Alcalá de Henares...

Santiago y José Andrés ya están jubilados. Miran con pena los huecos vacíos de las esculturas que el Cabildo tiene en el claustro por el deterioro que sufren. José Menéndez Pidal, hermano de Luis y también arquitecto, y José Mª Cabrera inyectar un producto a la Panacea «y la estropearon». José Andrés aboga por la solución que se adoptó con la Virgen Blanca, hacer una copia en 1955. Reproducir una escultura del pórtico es su sueño. Aún hay Seoanes en el oficio. Pelayo y su hijo Iván; Manuel y sus hijos Manuel y Andrés; y Fernando y Santi, de Santiago.

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