CÓMIC
Francisco Ibáñez: "La gente se ríe más con los políticos que conmigo"
El historietista presenta su álbum número 200 de Mortadelo y Filemón, 'El tesorero', que sale este miércoles a la venta con una tirada ya colocada de 50.000 ejemplares y con un protagonista sospechosamente parecido a Luis Bárcenas
Francisco Ibáñez (Barcelona, 1936) acaba de cumplir 79 años y tras 60 años dibujando a Mortadelo y Filemón puede ver amenazada su carrera de historietista por una “competencia desleal” marca de los tiempos: “La gente se ríe más con lo que dicen los políticos que con nosotros ¡qué le vamos a hacer!”, manifiesta sin perder su perenne y cómplice sonrisa. Pero no sufran, esta leyenda viva e infatigable del tebeo tiene cuerda para rato. Lo ha demostrado este mediodía en la presentación en Madrid de El tesorero (Ediciones B), la nueva aventura de sus incombustibles agentes de la T.I.A., que este miércoles se pone a la venta con una tirada espectacular ya colocada en librerías que con una primera reimpresión es de 50.000 ejemplares, de ellos 6.000 en catalán.
En este álbum, el número 200 de Mortadelo y Filemón, la disparatada pareja de detectives debe seguir los pasos –y la cartera- del personaje que da título al cómic y que es tesorero del Partido Papilar, le gusta hacer la peineta con el dedo y es sospechoso de haber robado todo el dinero del que disponen mandamases del Gobierno como el ministro del Peculio, Mamerto Rojoy o Demetria Costipal. No ha salido de sus labios el nombre de Luis Bárcenas en la rueda de prensa, no era necesario. Como dice Ibáñez, que ha insistido en que él no pretende “hacer crítica política ni social” ni un álbum sobre ese individuo en concreto sino hacer humor con una serie interminable de gags para que “el público se lo pase bien y se ría con Mortadelo” es el lector el que ata cabos. “Yo no creo con la intención de que se vean trasfondos políticos, es el lector quien los ve. Uno me dijo que Mortadelo (con su tremenda habilidad para disfrazarse) es un político puro, porque se cambia de traje cuando le conviene”.
Casi 30 millones de ejemplares
Ibáñez, en cuyo haber figuran otros míticos personajes nacidos en el seno de la estajanovista Bruguera, como el miope y entrañable Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio y sus chapuzas a domicilio, el botones Sacarino (homenaje a sus inicios en el Banco Español de Crédito) o 13Rue del Percebe, lleva la friolera de 12.000 páginas dibujadas de Mortadelo y Filemón. La serie, que empezó en 1958 en las páginas de la revista Pulgarcito y cuya primera historieta larga en álbum fue El sulfato atómico, en 1969, se acerca a los 30 millones de ejemplares vendidos y vive un momento dulce además con Mortadelo y Filemón contra Jimmy el cachondo la taquillera e indiscutible adaptación al cine dirigida por Javier Fesser y premiada este año con dos Goyas, uno como mejor filme de animación.
De la crisis y la corrupción
El secreto de que sus personajes y su humor mantengan tanto éxito generación tras generación radica, según Ibáñez, en que desde que empezó a buscar ideas en la actualidad que nos rodea y que le llegan, dice, gracias a las noticias de la prensa, la radio y la televisión –“y encima sin pagar derechos de autor”, ríe-. “Empecé con las Olimpiadas, luego el fútbol (con álbumes sobre los Mundiales) y seguí con personajes y cosas que están ocurriendo. Al lector le doy lechuguita fresca, lo que ve cada día”. En los últimos años, a pesar de que mantenga que no pretende hacer crítica social, ha parido mortadelos como Corrupción a mogollón, El señor de los ladrillos, Marrullería en la alcaldía, ¡Por Isis, llegó la crisis! o el último, del año pasado, ¡Tijeretazo!.
Ahora está trabajando en otra “lechuguita fresca”. “Se titula Sueldecitos más bien bajitos y a Mortadelo y Filemón les bajan el sueldo en la T.I.A. a 8 euros la semana y claro deben pluriemplearse. Hacen de enterradores, cultivan la tierra… y después de este álbum vendrá otro y otro…”. Porque, preguntado si piensa jubilarse, suelta una carcajada y echa la culpa a la editorial. “¡Es que no me dejan, cuando se lo dijo no me hacen caso!”.
La jubilación
Manteniendo su conocida aversión a los ordenadores –“ese trasto horrendo que me regaló mi hija acabó guardado en el armario”- seguirá trabajando como hasta ahora, con su “mano derecha y la cabeza” -“Nunca he visto una pareja tan bien avenida como mi culo y mi taburete”, bromea- y sintiendo como el mejor premio que puedan darle jamás “los ojos tan abiertos del niño que espera con un álbum bajo el brazo a que se lo firme”.