CULTURA
«De Bárcenas para acá me encuentro perdido. No sé absolutamente nada»
Albert Pla, cantante y ‘showman’, se despacha sobre la actualidad antes de su actuación mañana en el Gran Café de León y pasado en la Sala Tararí de Ponferrada
A Albert Pla (Sabadell, 1966) lo conoce todo el mundo tanto como lo desconoce, porque de eso se trata un poco lo suyo. Y porque detrás de su inclasificable personalidad hay un actor, un músico, un opinador... que no cree que opine tanto. Pero ante todo es un creador que prefiere el extremo: el ser odiado o amado sin medias tintas. Aunque tampoco intente ni lo uno ni lo otro.
Y en un escenario, Pla aporta el activo teatral que confiere a sus conciertos. Que tal vez sea su sola presencia, que es algo así como la de un tipo tan afilado como con pinta de desvalido. Luego es un lanzador de versos que, curioso, entre lo poético que siempre destila, todo cobra aquel valor que provocaban los cantautores del antaño más reciente. Porque una visita de Albert Pla, como las que tiene previstas en León (mañana, Gran Café) y Ponferrada (el viernes, Sala Tararí), son de las que hacen que el público no salga como entró. Tal vez, hasta con más dudas acerca de si conocen un poco mejor al catalán. Aunque, seguro, con más ganas de volver a verlo. Y apurando aún más, removido en torno a los pensamientos de uno mismo. Pero resulta que todo es divertido también en el universo creativo de este artista que debutó en 1989 con aquel Ho sento molt y cuya trayectoria ha dado tanto de sí en los escenarios, el cine, el teatro y, cómo no, en los titulares que ya no persigue. Se abre el telón imaginario y sale Albert Pla con una guitarra, una máquina de humo y un par de focos.
—¿Conoce algo de León y Ponferrada? ¿Le apetece darse un paseo por las ciudades que recorre?
—No mucho. Las tengo muy vistas. No soy muy de ciudad. Aunque el otro día estuve en Córdoba y estuve viendo La Mezquita. Pero no creo que esta vez vuelva a ver la Catedral de León.
—¿Lo de girar en solitario es una opción que le guste?
—Me gusta ir solo y con banda. Pero solo, por escenarios pequeños o teatros, con el público cerca, se puede improvisar y la gente te da ideas. Ves al público sentado o de pie, borracho o sereno, silencioso o ruidoso, melancólico o con ganas de reír... Me gusta saber cómo se lo está pasando.
—¿Y eso le afecta a la hora de actuar? ¿No es de los que pone el piloto automático?
—Me afecta. Cada concierto es diferente por eso mismo, por el público.
—En cambio, ¿es consciente de que gran parte de sus seguidores se preguntan muchas veces: «¿Y qué pensará de todo esto Albert Pla?» ¿Vivimos tiempos en los que la realidad es difícil de asimilar?
—Yo no pierdo el tiempo en asimilar la realidad. Todavía me he quedado en la economía de Grecia y Europa. De Bárcenas para acá estoy perdido. No sé nada.
—Usted que regala titulares, dicen... Ahora que no hay más que noticias para comentar...
—Pero es que yo nunca le he prestado atención a la tele y a esa realidad virtual que cuenta. Lo de mis titulares son cosas de los periodistas que no hay quien entienda.
—¿Sus conciertos son también teatro?
—No. El teatro es otra cosa. Yo no me lo miro como teatro. Ahora voy con la guitarra, una máquina de humo y un par de focos. Al ir solo, en alguna canción puede haber algún gesto o algo, pero son las canciones que salgan esa noche.
—¿Lleva repertorio previsto?
—En este tipo de conciertos no tengo ningún repertorio ni lista de canciones. Salgo al escenario y voy decidiendo qué voy a tocar. Y cambia cada noche.
—Sigue haciendo incursiones en el cine. ¿No le pasa como a Carmelo Gómez que dice que lo deja porque no le tratan bien?
—Procuro enredarme en los proyectos que veo claros. Porque, sí, la cosa está bastante mal.
—Además de ‘Murieron por encima de sus posibilidades’, de Isaki Lacuesta, con Imanol Arias, Bárbara Lennie, etc, ¿está en más proyectos?
—Sí. Estoy también en la última película de Juanma Bajo Ulloa.
—¿En esta visita a León y Ponferrada tiene prevista alguna incursión gastronómica?
—No. Lo que haya de temporada. Pon espárragos y guisantes.