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Un simposio desvela que algunos propietarios tienen un Velázquez y no lo saben

Exposición de reproducciones de Velázquez en Tegucigalpa

Exposición de reproducciones de Velázquez en Tegucigalpa

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ALFREDO VALENZUELA | SEVILLA
León

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«Muchos propietarios y museos desconocen que tienen un Velázquez», ha dicho el profesor Benito Navarrete para resumir las actas del simposio El joven Velázquez, presentadas ayer en Sevilla y que recogen las conclusiones de la reunión internacional celebrada en esta ciudad en octubre pasado.

Navarrete, organizador del simposio y asesor del Ayuntamiento de Sevilla, ha asegurado que, si prospera la tesis recogida en estas actas del especialista del Museo del Prado Jaime García-Maíquez, muchas de las copias de Velázquez atribuidas a otros autores podrían haber sido calcadas por el propio artista sevillano. En su ponencia al simposio ahora recogida en estas actas -un volumen de más de 600 páginas en edición bilingüe-, García Maíquez expone su teoría de «El calco en Velázquez» y describe en uno de los epígrafes de su ponencia, «La técnica del calco en Velázquez», cómo el artista se copiaba a sí mismo.

Según las conclusiones de García-Maíquez, Velázquez utilizaba un papel encerado que aplicaba sobre una de sus obras ya terminadas para, con el cabo del pincel, marcar los perfiles de las figuras y trasladarlas luego a otro lienzo. Posteriormente, el propio artista pintaba sobre esos perfiles una «réplica» de su propia obra, como podría ser el caso -ha puesto como ejemplo Navarrete- de El aguador, que se conserva en la Galería Uffizi de Florencia.

Copias y réplicas

«Réplica» es el término que ha empleado en la presentación de las actas, para diferenciarlo de «copia», la veterana investigadora del Prado Carmen Garrido, de quien García-Maíquez es discípulo y continuador de su tarea.

Como «copias» ha designado Garrido las efectuadas incluso en el propio taller de un artista por otros artistas o discípulos suyos, mientras que con «réplica» ha querido designar otra obra de un mismo autor, que se copia -o se calca- a sí mismo.

Según Garrido, hacer réplicas de sus propias obras era habitual en artistas como Rubens o Tiziano, pero en el caso de Velázquez se trata de algo «especial», porque es un pintor que «pintó muy poco»; y también algo propio de un periodo en el que se intenta industrializar la pintura al ser la demanda de obra mayor que la oferta.

En el Gabinete Técnico del Prado, en el que Garrido ha trabajado algo más de treinta años y en el que García-Maíquez aplica las últimas tecnologías en el estudio del arte, se han examinado ochenta obras del algo más de un centenar que dejó Velázquez. Las puertas que ha abierto el simposio internacional celebrado en Sevilla, en el que una treintena de expertos estudió cómo se conformó el genio del artista sevillano, no acaban con las conclusiones de García-Maíquez sino que, según Navarrete, han marcado «un antes y un después» en la consideración de la influencia que su suegro y maestro, Francisco Pacheco, tuvo en el artista. Navarrete ha señalado que a Pacheco se le ha tenido «como un artista poco dotado» pero que a partir de estas actas, que concluyen que su influencia en Velázquez fue mucho mayor, «podrá haber muchas sorpresas».

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